Tuesday, September 26, 2006

Cardenal Oscar Rodríguez en Seminario de Caritas


La persona, hijo e hija de Dios: La dignidad humana
Mons. Rodríguez Maradiaga, en su exposición, advirtió que la indiferencia y el relativismo de las sociedades de hoy son una manifestación de la progresiva pérdida de la capacidad de entusiasmarse que han ido mostrando las personas y que debiera estar presente en todo nuestro actuar.
“La globalización con todos sus peligros y posibilidades sólo se enderezan a golpes de dignidad” dijo el Cardenal añadiendo que la economía es para el ser humano y no al revés, y que para entender esto debemos tener claro que el ser humano es un hijo de Dios y que su dignidad brota de la filiación divina.
La conciencia de ser hijos
Si no hay una idea clara de Dios no puede haber una idea clara del ser humano, lo mismo sucede si no hay una idea clara de la familia, pues nos dificulta el tener la claridad sobre el ser padre o madre o de ser hijos.
Mons. Rodríguez reflexionó sobre la profundidad del concepto de paternidad, maternidad o filiación. “Alejarse prudentemente del concepto de adopción que no pasa de ser una mera realidad jurídica. Ser hijos de Dios en la verdad del cuerpo místico de Cristo es lo mejor que nos pudo pasar. En este sentido Blas Pascal decía que nada valía más que la gracia que ser del Señor. Esto es lo que debiera constituir la base de una sociedad y de todas sus instituciones”, acotó el Cardenal.
Los falsos dioses
El Cardenal Rodríguez se refirió a la influencia de los medios de comunicación como responsable en parte del hacernos cambiar a Dios por los falsos dioses del consumismo y el materialismo.
Dijo que “en este sentido debemos ocuparnos en Cristo no pase a ser, como en la era griega, un altar más al dios desconocido entre todos los demás altares a los dioses que se han ido construyendo a nuestro alrededor. Hay que luchar porque haya suficientes Pablos que hagan ver que sólo este Dios es el que nos puede devolver la vida.
El único mandamiento nuevo: el AMOR
“No olvidemos que el único mandamiento nuevo que nos dio el Señor es el mandamiento del amor: Así nuestra labor es continuar el amor de Cristo entre los que sufren, ya que es el amor lo que mide la calidad de las sociedades. Es preciso aquietarse y reflexionar para descubrir que Dios está entre nosotros. Es preciso conectarnos de nuevo a Dios y la Creación para ser instrumentos de ese Amor.” Aseveró el Cardenal, recordando luego aquella frase de San Pablo: caritas Christi urget que hoy nos dice que “si estuviéramos conscientes de que todos los otros son nuestros hermanos nos pondríamos en constante movimiento para servir”. Y concluyó confiando en que como cristianos buscaremos vivir la fe en la construcción del futuro de una
sociedad apasionante si se sabe encontrar a Dios y encontrar al hermano.

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