Monday, September 18, 2006

El amor a Dios y al prójimo es el sello de nuestra cultura

Cardenal Errázuriz, en Te Deum: El amor a Dios y al prójimo es el sello de nuestra cultura

El Cardenal Arzobispo de Santiago, monseñor Francisco Javier Errázuriz, durante la homilía del Te Deum que recuerda el aniversario 196 de la patria, dio gracias a Dios por los dones que ha concedido a nuestra patria, tales como el patrimonio espiritual de la nación, el servicio a los más pobres y el cuidado a la familia.

Destacó que “no hay un patrimonio espiritual más grande y vivificante, que la revelación viva que un pueblo puede recibir acerca del mismo Dios, y de las relaciones entre sus ciudadanos, que se basan en Él. Es la razón primera de nuestra oración agradecida”.

“Quisiera proponerles que nuestro Te Deum esté centrado en la gratitud por los grandes dones de Dios que iluminan nuestro presente y que darán aliento, vida, verdad y felicidad al futuro”, dijo el Arzobispo de Santiago al iniciar su homilía. Agradeció, en primer lugar, la canonización del Padre Alberto Hurtado, las últimas elecciones parlamentarias y presidencial, el “clamor de los estudiantes” que hizo que la calidad de la educación se transformara en prioridad de nuestra agenda nacional.

En medio de cambios culturales
Monseñor Errázuriz indicó que vivimos en un tiempo de cambios en el ámbito de las ciencias y en el de la economía que hacen preguntarnos por la ética del ser humano. “en el campo de las ideas se diversifican y contraponen las reflexiones sobre la relación que debe existir entre la libertad, la educación y el ordenamiento jurídico; sobre el libre mercado y la indispensable preocupación por los marginados; sobre la necesaria disciplina personal y social, y la ausencia de reglas universalmente aceptadas para la convivencia, por citar sólo algunos campos cuestionados. Es más, se discute acerca de la naturaleza del amor, del matrimonio y la familia, pilares de toda sociedad, y acerca de la función del Estado en estos ámbitos vitales”, señaló a los asistentes. Agregó que estas interrogantes constituyen un desafío para la patria en camino al Bicentenario. “Hay que hacer este discernimiento con personalidad, en diálogo con quienes intentan globalizar sus proyectos y cosmovisiones, pero sin permitir que nos colonicen ni avasallen, y con la dignidad y la gratitud propias de un pueblo que tiene conciencia de los dones recibidos de Dios”, aclaró el Cardenal.

Amor a Dios
Reflexionando sobre las lecturas bíblicas que se proclamaron en el Te Deum, Monseñor Errázuriz profundizó sobre el Primer Mandamiento de la Ley de Dios: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Sostuvo que éste es “el mandamiento que llegó como Buena Noticia a nuestras tierras y que da sentido a la cultura de la inmensa mayoría de los chilenos”. Indicó que este primer mandamiento hoy se refleja en la masiva asistencia a las peregrinaciones a santuarios, en los bailes religiosos, en la devoción a Santa Teresa de Los Andes y a San Alberto Hurtado, en innumerables acciones solidarias y en la oración espontánea del creyente como acción de gracias o como petición afligida. Añadió, “esa experiencia profunda de Dios, “misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad” (Ex 34,6), hace del amor a Dios y al prójimo, a pesar de todas nuestras inconsecuencias, el sello más hondo a la vez que espiritual de nuestra cultura. Quienes conocen al Señor, quieren amarlo. Y quienes no lo conocen, se acercan a Él al menos cada vez que se encuentran con alguien que vive de manera asombrosa y plena su amor a Dios y a los hermanos”.

Amor al prójimo
Del amor a Dios deriva el amor al prójimo, el Cardenal Arzobispo de Santiago destacó la dimensión social del amor de Dios. “No podría ser de otra manera, porque el corazón de Dios, por así decirlo, está volcado hacia nosotros. Con todo su ser quiere nuestro bien, y suscita iniciativas entre todos nosotros que persiguen el bien de la sociedad y de cada uno de sus hijos”, sostuvo y luego puso de ejemplo los miles de voluntarios que cada año participan en la Misión País, Un Techo para Chile y en innumerables Fundaciones de caridad.

Añadió que a los hombres Dios “les confió los bienes de la tierra, no para que los destruyeran sino para que los administraran en su nombre, sabiendo que cada ser humano, tiene un derecho inalienable a poseer y hacer uso de los bienes que precisa para vivir conforme a su dignidad. Nadie tiene el derecho a vivir en sobreabundancia, cuando su hermano padece necesidad. Y los talentos que recibimos, no nos fueron dados simplemente para disfrutar de ellos. Nos son útiles para tener la alegría de emplearlos en beneficio de los demás, sobre todo de los más afligidos y marginados”.

Cada ser humano es un don de Dios
En este contexto, de amar a Dios y al Prójimo, el Cardenal Francisco Javier Errázuriz dedicó un tiempo especial para referirse al tema de los hijos que están por nacer y al valor fundamental de la familia. Señaló: “Me atrevo a pedir esta mañana, precisamente por el bien de Chile, que reflexionemos en este contexto sobre una manera de expresar las cosas, y a veces de sentirlas, que no refleje adecuadamente nuestras convicciones. Poco a poco se habla de los “hijos deseados” y de los hijos “no deseados”, y no de los hijos que recibimos y acogemos con todo nuestro cariño. La terminología nace en el ámbito de la planificación familiar. Encierra una determinada verdad, pero no puede primar como la categoría dominante en nuestras relaciones humanas. Estemos vigilantes. Al menos desde el punto de vista del cristianismo, no distinguimos entre las personas deseadas y las no deseadas, ni siquiera entre las personas amigas y las enemigas. Para nosotros, cada ser humano es un don y un hijo de Dios, y nuestra vocación no nos lleva al rechazo de los demás, sino a amarlos como Cristo nos amó, sin hacer acepción de personas”. Insistió, “debemos estar atentos, porque ésa es la misma terminología que en otros países, gracias a Dios no en el nuestro, se utiliza para justificar el aborto. Si la criatura que viene en camino no fue deseada -piensan ellos- no debiera existir. Si no fue “deseada” por sus padres, y a veces por el Estado. Esta lógica nos recuerda, temblando, la justificación de estremecedores exterminios. ¡Con cuánta razón nos oponemos en Chile a esta manera cruel y violenta de razonar! Si viene en camino una nueva criatura, la más débil de todas, está por llegar una criatura admirable que necesita ser acogida, aunque no hubiera sido “deseada”. No por eso ha dejado de ser respetable y querible. Quien viene en camino está llamada a nacer y a desplegarse como imagen y semejanza del mismo Dios. Por lo demás, ¡cuántas veces el hijo “no deseado”, pero acogido y querido, llegó a ser la alegría del hogar!”

Finalmente, hizo un fuerte llamado a cuantos tienen influencia en el mundo a apoyar a la familia mediante “trabajo y una remuneración acorde al empeño desarrollado”, “ayudas para la adquisición de una vivienda digna”, y entregando “oportunidades a los hijos”. Concluyó que quienes lo hagan, contarán “con la gratitud de nuestro pueblo y con la abundante bendición de Dios”.

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Fuente Iglesia de Santiago

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