Friday, August 17, 2007

Un momento para la oración

Mateo 19, 3-12
Se le acercaron unos fariseos, y lo pusieron a prueba con esta pregunta: «¿Está permitido a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?» Jesús respondió: «¿No han leído que el Creador al principio los hizo hombre y mujer y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre». Los fariseos le preguntaron: «Entonces, ¿por qué Moisés ordenó que se firme un certificado en el caso de divorciarse?» Jesús contestó: «Moisés vio lo tercos que eran ustedes, y por eso les permitió despedir a sus mujeres, pero al principio no fue así. Yo les digo: el que se divorcia de su mujer, fuera del caso de infidelidad, y se casa con otra, comete adulterio». Los discípulos le dijeron: «Si ésa es la condición del hombre que tiene mujer, es mejor no casarse». Jesús les contestó: «No todos pueden captar lo que acaban de decir, sino aquellos que han recibido este don. Hay hombres que han nacido incapacitados para el sexo. Hay otros incapacitados, que fueron mutilados por los hombres. Hay otros todavía, que se hicieron tales por el Reino de los Cielos. ¡Entienda el que pueda!»

¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Hay tantos que te aman, Señor, y agonizan sobre estas palabras. Los discípulos encontraron que tu ideal sobre el matrimonio era tan exigente, que parecía más seguro no casarse. Pero Tú estabas hablando sobre un llamado al amor, que enfrentaba el divorcio unilateral - un hombre podía divorciarse de su mujer, pero no vice versa.
De Espacio Sagrado

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