Thursday, October 11, 2007

Dones recibidos, debilidades y desafíos


Mons. Cristián Caro Cordero, Arzobispo de Puerto Montt e integrante de la Comisión de Redacción de la Primera Asamblea Eclesial, dio a conocer la siguiente síntesis de los trabajos grupales realizados en el primer día de sesiones de la Primera Asamblea Eclesial.
Mirada agradecida a los dones y manifestaciones de Dios en medio de su Pueblo
Queremos agradecer el Don de Dios a nosotros en Jesucristo, su Hijo, que se nos ha transmitido a través de innumerables misioneros, consagrados y laicos, primordialmente a través de la familia. Nuestra Patria tiene sus cimientos puestos sobre el testimonio de estos hombres y mujeres de fe que nos han llevado a creer en Dios Uno y Trino, y en la devoción a la Virgen María, en especial bajo su advocación de Nuestra Señora del Carmen.
Desde esta mirada agradecida y esperanzada, las diócesis y otras instancias eclesiales del país reconocemos diferentes dones, frutos y manifestaciones del Señor. Junto con darle gracias por ellos, nos comprometemos a asumir la responsabilidad de cuidarlos y contribuir a su desarrollo con la ayuda de su gracia.
Estos dones y manifestaciones se refieren a los siguientes aspectos:
• El compromiso de los integrantes de la Comunidad Eclesial desde sus vocaciones y servicios propios.
• La acción del Señor que se expresa en una Iglesia viva, dinámica y participativa, que se alimenta de la Palabra, el Cuerpo y la Sangre del Señor, y la vida comunitaria.
• Experiencias de servicio de la Iglesia en ámbitos fundamentales de la vida de la sociedad chilena, como son la realidad social, la familia y la defensa de la vida, las comunicaciones y la educación.
• La mayor intensidad de la vivencia espiritual y la celebración de la fe, destacando el valor de la piedad popular y los modelos de santidad.
• El desarrollo de variados procesos de formación en todos los estamentos de la Iglesia, y la iniciación cristiana sacramental.Esta acción de gracias se enmarca en el contexto de la celebración de los 50 años de la Conferencia Episcopal de Chile, recordando en esta Eucaristía a los Pastores y colaboradores que han forjado su historia.
Los desafíos y oportunidades que brotan de nuestras debilidades
También queremos agradecer los grandes desafíos que el Señor nos plantea para ser más fieles a nuestra vocación y misión como Iglesia en la realidad actual de Chile.
Nos anima el desafío de fortalecer nuestra fe, porque constatamos que se ha debilitado. Para fortalecer esta fe queremos profundizar nuestro encuentro personal con el Señor a través de una espiritualidad más sólida, de una liturgia mejor celebrada y de una renovada catequesis. Sólo desde un encuentro profundo con Jesucristo brotará un espíritu misionero más consistente y permanente y un amor preferencial hacia los más pobres y excluidos.
Contamos con un rico patrimonio espiritual, doctrinal, litúrgico y pastoral que nos permite abordar estos desafíos con esperanza y procurar compartirlos con todos los miembros de la Iglesia, y de un modo especial entre los laicos. En ellos hay un gran potencial evangelizador que no hemos sabido desarrollar lo suficiente.
Una formación más permanente y sistemática es una herramienta clave para activarlo; aquí hay un gran desafío en la formulación de itinerarios formativos y escuelas de espiritualidad.
Cristianos bien formados podrán asumir de un mejor modo el desafío de transformar las realidades injustas que nos duelen en nuestra sociedad y que amenazan la vida, la dignidad de la persona humana, especialmente de los más débiles, y también el medio ambiente. S
ólo cristianos coherentes que testimonian en su vida la fe que proclaman, serán capaces de acompañar a las personas, en medio de crisis de sentido, de búsquedas y de insatisfacciones.
Nuestro gran desafío es ser una Iglesia mucho más presente en el mundo de hoy. Los discípulos misioneros de Cristo requieren comunidades mucho más vivas en las que se sientan acogidos y sostenidos en su misión en el mundo. En nuestra casa y escuela de comunión todos somos importantes. Cada uno desde su diversa y particular realidad, forma parte de este cuerpo. Nadie sobra en la Iglesia.
Las debilidades y desafíos que aquí constatamos son una oportunidad para renovar los estilos y las estructuras pastorales en la Iglesia. Necesitamos fortalecer las instancias de comunión y participación, así como la experiencia comunitaria en nuestras parroquias, colegios, santuarios, movimientos y nuevas comunidades, para volcarlas hacia la misión.
Fuente: Prensa CECh

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