Monday, November 19, 2007

Un momento para la oración


Lucas 18, 35-43
Aconteciò que acercàndose Jesùs a Jericò, un ciego estaba sentado junto al camino, mendigando, y al oir la multitud que pasaba, preguntò què era aquello. Y le dijeron que pasaba Jesùs Nazareno. Entonces diò voces, diciendo:" Jesùs, Hijo de David, ten misericordia de mì!" Y lo que iban delante le reprendìan para que callase, pero èl clamaba mucho màs: "Hijo de David, ten misericordia de mì!" Jesùs entonces, detenièndose, mandò traerlo a su presencia, y cuando llegò le preguntò, diciendo: "¿Que quieres que te haga?". Y èl dijo: "Señor, que reciba la vista". Jesùs le dijo: "Recìbela, tu fe te ha salvado". Y luego el ciego viò, y le seguìa, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando viò aquello, diò alabanza a Dios.

¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Jesùs no sana si no se lo piden. Espera a que se lo soliciten. Lo que desde fuera pareciera ser una necesidad desesperada (p.ej.: ver), podrìa ser una situaciòn normal para un ciego, pues no podrìa imaginarse lo que significa ver. Por eso Jesùs pregunta primero: ¿què quieres que te haga?

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