Sunday, March 30, 2008

Meditando con el santo del día: S. JULIO LVAREZ MENDOZA



Hoy, 30 de marzo, la Iglesia conmemora el nacimiento para el cielo de SAN JULIO LVAREZ MENDOZA, en el aniversario de su martirio ocurrido en un día como hoy de 1927, en San Julián, Jalisco, México, en época de la persecución religiosa. Nacido en 1866 en Guadalajara, México, fue sacerdote y Capellán de Mechoacanejo, lugar de su martirio y en donde ahora se veneran sus reliquias.Unidos, pues, a la Iglesia mexicana, brindemos nuestro sincero a aplauso al mártir San Julio lvarez Mendoza.


Meditación

QUERIDO SAN JULIO LVAREZ: recordar tu vida es ver al sacerdote amable, bondadoso, comunicativo, sencillo, desprendido, generoso que supo poner sus muchas habilidades al servicio del prójimo. Hijo de una familia, carente de recursos económicos, enseñas a tus feligreses el oficio de la sastrería y tu mismo confeccionabas prendas a los pobres, llegando incluso a regalar la camisa que llevabas puesta a quien la necesitaba. Desde tu llegada a Mechoacanejo tu primer y único destino, te distingues por tu celo pastoral. Animas con entusiasmo a tus fieles y cuando debes reprender sus faltas, lo haces con prontitud y firmeza pero sin herir sus sentimientos.
Cuando los obispos mexicanos decretan la suspensión del culto público, tú decides permanecer en tu Parroquia, y administrar los Sacramentos a hurtadillas, oculto en ranchos. Nunca creíste que tu serías uno de los agraciados sacerdotes a morir fusilados porque decías "Dios no escoge basura para el martirio". Sin embargo, el ejército federal implementó actitudes de represión extrema, luego de que muchos católicos de la región se sublevaron contra las leyes anticlericales del Gobierno. Descubierta tu identidad, inicias un penoso calvario. Junto con dos jóvenes de tu parroquia fueron remitidos a San Julián, en Jalisco, en donde en ayunas y con las manos atadas, se les prohibió descansar sentados; Tenían que mantenerse de pie o arrodillados. Llegado el día, a las 5:15 horas, un capitán te condujo al paredón. ¿Siempre me van a matar?, le preguntas. Sí, esa es la orden que tengo. Bien, respondes. Cumpla usted la orden. Sólo le suplico que me concedan decir tres palabras: Voy a morir inocente porque no he hecho ningún mal. Mi delito es ser Ministro de Dios. Yo les perdono a ustedes, les ruego que no maten a estos muchachos porque son inocentes, nada deben. Y con los brazos en Cruz sobre el pecho recibes la descarga fatal. Tu cadáver fue abandonado en un tiradero de basura, próximo al templo parroquial, lugar que ahora se ha convertido en meta de peregrinación de numerosos fieles, atraídos por el recuerdo de tu muerte edificante y vida ejemplar.
Radio Vaticano

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