Wednesday, May 28, 2008

Al anochecer, la invitación es a tener un encuentro con el Señor de la Vida


Marcos 10: 32-45
Continuaron el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos. Los discípulos estaban desconcertados, y los demás que lo seguían tenían miedo. Otra vez Jesús reunió a los Doce para decirles lo que le iba a pasar: "Estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros, que se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero tres días después resucitará".
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". El les dijo: "¿Qué quieren de mí?". Respondieron: "Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando estés en tu gloria". Jesús les dijo: "Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo estoy bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado? "Ellos contestaron: " Sí, podemos". Jesús les dijo: "Pues bien, la copa que yo bebo, la beberán también ustedes, y serán bautizados con el mismo bautismo que yo estoy recibiendo; pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí el concederlo; eso ha sido preparado para otros".
Cuando los otros diez oyeron esto, se enojaron con Santiago y Juan. Jesús los llamó y les dijo: "Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos, y el que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos. Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

El llamado de Jesús es para que compartamos su vida y�sus valores, y vivamos como Él vive; no para tener los puestos más destacados, incluso si en ellos estaremos en su servicio.
La santidad se juzga por la cercanía�a Dios, no por nuestros rangos, actividades o vocaciones.
La oración es una forma de permanecer humildes y de estar dispuesta o dispuesto a ser parte del ministerio del servicio a Jesús.
Así como Él vino a servir, así somos llamados a ser sirvientes de la Fe y el amor en nuestro mundo
Espacio Sagrado

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