Tuesday, January 06, 2009

De utopías a ritmo de vals, un mundo mejor... y carburantes


Vuelvo a África después de algunas semanas en España durante las cuales los lectores de este blog habrán visto que apenas he contribuído con posts nuevos. Cosa en mí por lo menos normal cuando se va al terruño, con el considerable cambio de ritmo que supone, y donde, ¡oh milagro!, a veces parece que el tiempo escasea ya que está mucho más lleno de compromisos, de citas, de encuentros y reencuentros tanto personales como profesionales.

Aquí en África no hay fiesta de Reyes tal como se concibe en muchos países latinos, donde los regalos de este día ponen colofón al periodo navideño. Cada vez que estoy en Europa tengo la oportunidad de repetir la conocida liturgia de Año Nuevo y puedo escuchar las para mí siempre fascinantes polkas, valses y marchas de Viena; en esos y al calor de tan mágicos compases no puedo evitar albergar dentro de mí verdaderos sentimientos de que el nuevo año pueda ser definitivamente mucho mejor que el anterior y esté libre de los malos espíritus del que acaba de expirar. Sin embargo, solo hay que esperar al primer boletín de noticias para darse cuenta que en algún lugar del mundo, algún grupo o país ya se ha encargado de chafar a conciencia el ensalmo que supone el señor Radetzky y su marcha palmeada por la emperifollada audiencia, los ballets de ensueño y ese ambiente de cuento irreal que crean en nuestros corazones aunque sea por contados segundos.

Sitios como Palestina, Zimbabue, Irak, el Congo (¿por qué no se habla ya del Congo en las últimas semanas? ¿se ha acabado la feria allá o es que todos los cámaras han sido reubicados a la franja de Gaza?) y otros muchos te recuerdan que esos sentimientos de confianza en la naturaleza humana y la paz universal pueden ser tan pasajeros e irreales como un espejismo en el sofocante y agreste desierto de nuestro mundo “civilizado” y en un periquete uno vuelve a tomar un baño de realidad que te pone de nuevo las cosas en su sitio.

Una vez más, creo que nuestro mundo – o “los mundos” que coexisten en nuestro planeta – sufren de un permanente conflicto de prioridades: mientras en algunas latitudes se lucha por “sobrevivir”, por vencer enfermedades tan mortales pero al mismo tiempo tan fácilmente evitables como la malaria o las afecciones relativas al pobre saneamiento... en otras la preocupación es el obtener el último videojuego, estar de moda, los trucos u operaciones cosméticas a realizar para poder tener un cuerpo “como Dios manda” o ganar un buen pellizco en cualquier sorteo millonario. Me han hecho gracia los sentimientos de austeridad y las actitudes de “apretarse el cinturón” que he oído en estos días tanto de personas de la calle como en los medios. Hay algunas cosas que son evidentes y se caen por su propio peso: los habitantes del planeta en su conjunto vivirían mejor si parte de su población – un 20% - cambiara un poco su estilo de vida y dejara de consumir el 80% de los recursos para que otros puedan acceder a ellos; sin embargo, los mensajes encaminados a la austeridad no vienen de cualquier sentimento de solidaridad o de filantropía, sino que están generados por el sentimiento de crisis que nos rodea.

Curiosamente, parece ser que la alarmante subida de los carburantes fósiles en los últimos meses ha sido un aldabonazo mucho más importante para la investigación y la producción de medios de transporte alternativos que la tibia voluntad política (y económica) de todos los países industrializados ante efectos como los gases invernadero o el calentamiento climático. Yo, tonto de mí, sigo esperando que un milagro de la misma índole haga que – aunque sea por razones despojadas de cualquier sentimiento filantrópico – se acabe de una vez el escándalo de millones de personas que no pueden producir sus alimentos o no pueden acceder al agua potable. Quizás sería esto lo que tendría que pedir hoy en mi tardía carta a los Reyes... a ver si su magia tiene más poderío que los armónicos cantos de sirena del Concierto de Año Nuevo.
José Carlos Rodríguez
Del blog "En Clave de África
Periodista Digital

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