Saturday, January 17, 2009

El autobús de los versos dolientes (1). MUCHO HA SUFRIDO BLAS DE OTERO


Esta semana se han puesto en circulación en Barcelona dos autobuses municipales con el conocido consejo publicitario (todo con letras altas, para evitar la palabra "dios" con minúsculas, no sea que se ofendan los creyentes):


"PROBABLEMENTE DIOS NO EXISTE.

DEJA DE PREOCUPARTE Y DISFRUTA LA VIDA"



He realizado un montajillo de photoshop para reafirmar el aire ingenuo, naif, que pretenden darle a la campaña. Este movimiento, internacional en principio (aunque excluyendo países que, muy probablemente, incendiarían el autobús), convoca a ateos y agnósticos a salir del armario, darse a conocer y predicar, a quien quiera oirlo, su credo de felicidad alcanzada lejos, muy lejos, del Ojo Fiscal de un Dios maltratador...
A este respecto, sería interesante que pulsárais aquí, observando a la derecha la detallada lista, con sus correspondientes direcciones web, de asociaciones que promueven esta campaña, que pretende "sensibilizar a los ciudadanos ateos, no creyentes y librepensadores en general, de la necesidad de hacerse visibles para evitar que las confesiones religiosas sigan imponiendo sus normas morales y sus intereses particulares al conjunto de la sociedad..." A la vista, por ejemplo, de la probable Ley de Aborto libre, o a plazos, uno se pregunta quién impone qué a quién...



"AQUÍ TENÉIS MI VOZ ALZADA CONTRA EL CIELO"


Es interesante escuchar con atención a los poetas del desencanto. ¿Por qué abandonaron la fe? Por muchas razones. Cada uno, como las naves, ha ido dibujando su peculiar estela de versos. Rastreando la producción lírica y descifrando sentimientos, comportamientos, creencias..., a lo mejor nos aventuramos en territorio por explorar, o por reconquistar, y descubrimos fascinantes caminos de humanidad, de sencillez, de radicalidad, de entrega...


Investigaremos hoy un poema de Blas de Otero ("Con la inmensa mayoría"). Tras unos primeros versos abiertamente confesionales, ha ido resbalando el poeta bilbaíno, mes a mes, año a año, hacia conmovedoras regiones de dudas e increencia. No es difícil adivinar, por el oleaje de sus versos, el pensamiento de Nietzsche: "Dios ha muerto. ¡Viva el hombre!". Se ha sufrido mucho, pero ¡al fin! estalló la paz del corazón. Ahora el dios del hombre es el hombre mismo, la humanidad...



AQUÍ TENÉIS MI VOZ

Aquí tenéis mi voz
alzada contra el cielo de los dioses absurdos,
mi voz apedreando las puertas de la muerte
con cantos que son duras verdades como puños.


Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
Adelantando el paso a través de las ruinas,
hermosa como un viaje alrededor del mundo.



Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
hemos sufrido mucho.
Yo levanto una copa de alegría en las manos,
en pie contra el crepúsculo.



Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
a fuerza de caricias, a puñetazos puros.
Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
España, no te olvides que hemos sufrido juntos.




..."Y DE VINO ME EMBRIAGO..."


Blas de Otero levanta una copa de alegría para ritualizar su nueva fe. Los cristianos, desde las bodas de Caná, desde la Última Cena, nos venimos sentando a la mesa del reino a celebrar en familia, con vino y pan, la fiesta del Resucitado.

El mensaje del autobús nos invita a disfrutar la vida
, ya que probablemente Dios no existe... ¡Si ya la disfrutamos, pero desde nuestra fe en el Padre del cielo y en la Vida!... Como aquel religioso gordito, a quien unos obreros insultaban en la calle, "¡vaya vida se pegan los frailes!", recibiendo con sorpresa la reflexión del monje: "¡Y, después, la vida eterna, hermanos...!"

De igual modo responde Dámaso Alonso, en su apasionado soneto "Embriaguez", a los publicistas de la increencia religiosa: -"¡Qué habéis de entenderme! La ebriedad de mi sangre busca un lago final: embriagarme en Dios un día..." Y va recorriendo los sentidos, disfrutando de cada uno de ellos, incluyendo la sexualidad, con la bendición del Altísimo:

EMBRIAGUEZ

Me embriago de aromas. Qué delicia,
campo recién llovido castellano.
Qué embriaguez, tocar, tocar...: mi mano
febrilmente las cosas acaricia.

No se sacia la vista que se envicia
en color, embriagada, oh mi verano.
Embriaguez de oír: ruiseñor, piano,
mar, selva, viento, multitud, noticia.

Me embriago de mujer, dulce marea
como un vino, y de vino me embriago.
¡Vivir, vivir, oh dulce embriaguez mía!

¡Qué has de entenderme, turba farisea!
La ebriedad de mi sangre busca un lago
final: embriagarme en Dios un día.
Nicolás de la Carrera
Del blog "Nido de poesía"

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