Thursday, January 29, 2009

La globalización exige nuevas formas de solidaridad: Boff

Desde Belém de Pará, en el marco del Foro Social Mundial, Leonardo Boff señala la urgencia de redefinir las nociones de cooperación y solidaridad en el contexto de un mundo globalizado.
En entrevista con swissinfo, el reconocido intelectual brasilero y asesor de movimientos sociales, habla de los desafíos y oportunidades que ofrece la mundialización.


"Hoy, como nunca, el ser humano se reconoce como una especie, una familia, que habita un espacio que tiene recursos limitados, con superpoblación y en una tierra enferma por el calentamiento climático y el desequilibrio de los ecosistemas", advierte Boff.


Añade que esa constatación global exige una solución global, que sólo puede resultar de la colaboración, de la solidaridad que cada cultura, religión, ser humano, persona, iglesia, país, pueda promover en beneficio de la totalidad.


swissinfo: Qué desafíos surgen en ese contexto de globalización para las relaciones humanas y entre países?

L.B.: La creciente globalización significa una nueva etapa de la historia de la humanidad y de la tierra que se caracteriza por que todos los pueblos, culturas, tradiciones, religiones se encuentran en un lugar único, la casa común, el planeta tierra. Entonces, debemos compartir. No hay otra alternativa. Este concepto, tal vez, constituye el aspecto singular de este momento.

Por lo tanto, la actual globalización exige una nueva cooperación y solidaridad.

Sin la cooperación y la solidaridad quedaríamos presos del viejo paradigma que se caracteriza por la competencia y no por la colaboración. Un mundo de conflictos, enfrenamientos, de una gran acumulación de riquezas por una parte minúscula en detrimento de la exclusión de la otra parte mayoritaria.


swissinfo: ¿Y el impacto en todo ello de la crisis económica actual?

L.B.: Dada la magnitud de la crisis, pienso que por primera vez se da la posibilidad de entender que los recursos de la tierra deben ser distribuidos en forma equitativa entre todos los seres humanos. Eso exige una gestión global y consciente de los recursos con que contamos. Y está ahí la categoría central de la cooperación y la solidaridad.


¿Defiende la figura del planeta como casa común y la de los seres humanos, no importa en que continente, como la gran familia humana?

L.B.: La noción del Estado-Nación existe y tiene su función, pero en cierta forma es una categoría del pasado. Ahora, la Nación única es la tierra. Y todos los seres humanos son sus ciudadanos, conservando las experiencias que han tenido a lo largo de siglos, en sus culturas, ecosistemas, mundo de valores y espiritualidades.

Todos aportan y comprueban que esas dimensiones son todas humanas. Significa que el ser humano puede ser humano de mil formas diferentes. Que no hay una sola forma occidental y cristiana.


Lejos de su visión humana y humanista, hoy impera la reproducción de mecanismos de dominación Norte-Sur en la cooperación e incluso aparece ésta como una forma de tranquilizar conciencias...

L.B.: Es la estrategia del viejo paradigma: que haya naciones que tengan la hegemonía, que una entre ellas sea imperial, domine e imponga rumbos. Ese paradigma no busca cambiar el sistema sino, a lo sumo, disminuir los efectos negativos del mismo.

Y ahí entra la visión tradicional de la cooperación, que no cambia ni las relaciones de poder ni los privilegios. La tierra crucificada, dividida en muchos países, explotada. Con una cooperación existente pero que no constituye el eje mismo de la sociedad planetaria, que sirve para tranquilizar la mala conciencia de algunos, que intenta tranquilizar a los que sufren para que no se rebelen, mientras el sistema que crea marginados se mantiene intacto.

Esa visión, pienso, se está desgastando. Y cambiamos rotundamente de rumbo y referentes o vamos hacia un conflicto generalizado.


swissinfo: En ese desafío de paradigmas aparece un concepto muy debatido en los diversos Foros Sociales Mundiales, como ahora en Belém: el del Sur Global. ¿Cuál es su visión?

L.B.: Hay dos actitudes y tareas importantes. La primera, reforzar a los países del Sur para que tengan más fuerza de negociación con el Norte, reivindicando, por ejemplo, mejores precios de sus productos en el comercio internacional e influyendo en las políticas internacionales.
La segunda, es darse cuenta que el proceso mundial es contradictorio: existe al mismo tiempo globalización y balcanización.

En ese sentido, es muy importante que exista esa articulación del Sur global, porque es justamente en el Sur donde existen todos los elementos que necesita el Norte: agua dulce, petróleo, diversidad. Todo eso está en el Sur pero cada vez más re-colonizado por las empresas multinacionales.

Si bien existe esa contradicción Norte-Sur, es importante ver la Tierra como la ven los astronautas, como una entidad única y junto con ella, la humanidad formando un ente solo. Desde ahí no se ven las diferencias Norte-Sur, si este ser es católico o musulmán...


swissinfo: ¿Podría definir más ese nuevo modelo de sociedad planetaria?

L.B.: Más que preceptos o reglas me parece que hay que pensar en direcciones y rumbos. En primer lugar, el convencimiento de que tenemos una sola tierra como casa humana.

Luego, que la tierra-humanidad es una gran unidad. La tierra es vida y no sólo tiene vida sobre ella. A esa tierra-humanidad hay que protegerla porque está amenazada por actividades irresponsables de los seres humanos, especialmente en los últimos trescientos años al generalizarse un modo de producción industrialista.


swissinfo:¿Lo que implica un nuevo concepto de protección de recursos?

L.B.: Justamente. Es el tercer punto. La ética fundamental es la del cuidado. Todo lo que vive exige un cuidado. Nosotros mismos no existiríamos sin el cuidado de nuestras madres al nacer.

Otro punto esencial es desarrollar la compasión. No como piedad sino promoviendo la capacidad de sentir como el otro. Y crear estructuras que permitan que la tierra pueda existir.

El quinto aspecto es el de la responsabilidad universal. Darnos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. No podemos impulsar una guerra hoy porque significaría la destrucción de la especie humana. No podemos usar los organismos genéticamente modificados porque producen consecuencias enormes a la estructura de la vida.

Y nuestro reto es promover una ética de la vida.


swissinfo, Sergio Ferrari en colaboración con Beat Tuto Wehrle

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