Wednesday, January 21, 2009

Una ceremonia preñada de Dios

Escuché ayer el discurso de toma de posesión de Barack Obama pero el hombre estaba nervioso, lo que me parece más que normal, y lo pronunció tan deprisa, sobre todo el principio, que me resultaba difícil seguirle. Los primeros comentaristas norteamericanos se quejaban de que la forma había sido mala con un recurso frecuente a los tópicos aunque valoraban el fondo. A falta de realizar un análisis más profundo, que esta mañana todavía no he hecho, saqué la conclusión de que sus palabras quisieron ser integradoras de todo el espectro del país involucrándolos en una labor colectiva para recuperar las antiguas glorias y valores. La defensa de la democracia y de la libertad a pesar de sus fallos, el coraje y el esfuerzo de todos conducirían a los Estados Unidos por el buen camino.


La sombra de Dios planeaba sobre el Capitolio. Primero en las palabras de los dos pastores que se dirigieron a la asamblea y luego en la Biblia de Lincoln sobre la que realizó el juramento el nuevo presidente que también le invocó para que bendijera a su país. Era el Dios de los musulmanes, de los budistas, de los hinduistas, de los cristianos, de los judíos ese Dios que está por encima de las confesiones religiosas pues es el Dios de todos. Incluso se mencionó con respeto a los ateos que forman parte del país como los demás.


Me pareció que la gente, que escuchaba con silencio y respeto, también rezaba y pedía para que esta nueva singladura en la que se embarcaba el país llegara a buen puerto. Había lágrimas e ilusión en los ojos de muchos cuando miraban al cielo.


Cuando terminó la ceremonia sentí un impulso para unirme a las plegarias. Yo también le pedí a Dios para que el nuevo presidente americano estuviera bajo su manto y para que le inspirara los caminos adecuados para la prosperidad de los suyos y del mundo entero.


Al cerrar esta página siento cierta pena al ver como un país que ha hecho sufrir a sus minorías étnicas de una manera implacable, cuando uno de los suyos alcanza el poder no tiene espíritu revanchista y pide la inclusión de todos en el esfuerzo común. La pena es porque me gustaría que pasara lo mismo en la tierra en la que vivo donde los exclusivismos están a la orden del día y donde se intenta echar a Dios de la vida cívica.


Isabel Gómez Acebo
Del blog "Cajón de ilusiones"

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