Wednesday, June 10, 2009

El Papa dice que la autoridad jamás puede estar en contradicción con la razón


RD/Agencias).-El papa Benedicto XVI dijo hoy que la autoridad y la razón jamás pueden estar en contradicción y que tanto una como la otra provienen de la misma fuente, que es la sabiduría divina. El Pontífice hizo estas manifestaciones ante varios miles de personas que asistieron en la plaza de San Pedro a la audiencia pública de los miércoles, cuya catequesis dedicó a la figura del teólogo irlandés del siglo IX Juan Escoto Eriugena, que escribió sobre la razón y la autoridad.
Al recordar a Eriugena, el Pontífice dijo que cualquier tipo de autoridad "que no esté avalada por una verdadera razón debe considerarse débil".

"No hay una verdadera autoridad si no aquella que coincide con la verdad alcanzada a través de la razón. La auténtica autoridad jamás se contradice con la recta razón, ni esta última jamás puede contradecir una verdadera autoridad. Tanto una como la otra provienen sin lugar a dudas de la misma fuentes, que es la sabiduría divina".

Durante la audiencia, como es habitual, el Papa saludó en diferentes idiomas, entre ellos español, y exhortó a los fieles presentes de España, México y otros países latinoamericanos a "no desea otra cosa que el encuentro con Dios".

Cuando saludó a un grupo de italianos, el Papa se colocó el gorro blanco del "Maratón por la paz" que se celebrará el próximo sábado desde la ciudad italiana de Macerta hasta el santuario mariano de Loreto, en la costa adriática.

El Pontífice empuño y levantó, asimismo, la antorcha que simboliza esa manifestación deportiva, de gran tradición en Italia, y en la que participaron el pasado año 80.000 personas.
Benedicto XVI se trasladará mañana a la basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma, para presidir la solemnidad del Corpus Christi.

Tras la misa, presidirá por las calles del centro de Roma la tradicional procesión del Corpus Christi, que discurre desde San Juan de Letrán hasta la basílica de Santa María La Mayor, muy vinculada con España.

De origen irlandés, el “notable pensador del Occidente cristiano” Escoto desarrolló estimulantes reflexiones teológicas y espirituales que, como reconoció el Papa, “también podrían sugerirnos interesantes profundizaciones, a nosotros y a los teólogos contemporáneos”.

Ante miles de fieles y peregrinos en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Santo Padre desgranó algunos ejemplos. Juan Escoto “escribe sobre el deber de ejercer un discernimiento apropiado sobre lo que se presenta como autoridad verdadera -apuntó-, o bien sobre el empeño de seguir buscando la verdad hasta que se tenga alguna experiencia de ella en la adoración silenciosa de Dios”.

“Cierto –explicó el Papa-; nuestro autor dice que nuestra salvación comienza con la fe”, y que “para hablar de Dios no podemos partir de nuestras invenciones, sino de lo que Dios dice de sí mismo en las Sagradas Escrituras”.

Y prosiguió: “Porque Dios dice sólo la verdad”, Escoto “está convencido de que la autoridad y la razón jamás pueden ser contradictorias entre sí; está convencido de que la verdadera religión y la verdadera filosofía coinciden. En este sentido escribe: ‘Cualquier tipo de autoridad que no sea confirmada por una verdadera razón, debería considerarse débil... No es verdadera autoridad más que la que coincide con la verdad descubierta con la razón (...). Que ninguna autoridad te atemorice o te distraiga de lo que te permite entender la persuasión obtenida gracias a una recta contemplación racional. De hecho, la auténtica autoridad no contradice jamás la recta razón, ni esta última puede contradecir nunca una verdadera autoridad. La una y la otra proceden sin duda alguna de la misma fuente, que es la sabiduría divina’”.

Todo ello anima al uso de la razón, “que resulta de una certeza de que la autoridad verdadera es razonable porque Dios es la razón creadora”, reflexionó el Papa.

Tal criterio de discernimiento es válido para la Escritura, que “aún procediendo de Dios, no habría sido necesaria si el hombre no hubiera pecado –continuó Benedicto XVI siguiendo a Escoto-. Así que se debe deducir que la Escritura fue dada por Dios con una intención pedagógica y por condescendencia, para que el hombre pudiera recordar todo lo que le había sido grabado en el corazón desde el momento de su creación ‘a imagen y semejanza de Dios’ y que la caída original le había hecho olvidar” .

“No es el hombre quien ha sido creado para la Escritura”, “sino la Escritura la que ha sido dada para el hombre” –escribió también el teólogo del siglo VIII-; “gracias a ella nuestra naturaleza racional puede ser introducida en los secretos de la auténtica y pura contemplación de Dios”.
“O sea –especificó el Papa-, la palabra de la Sagrada Escritura purifica nuestra razón, un poco ciega; nos ayuda a regresar al recuerdo de lo que nosotros, como imagen de Dios, llevamos en nuestro corazón”.

E insistió en las consecuencias que, de estas reflexiones, se derivan para interpretar la Escritura correctamente, siguiendo un “camino adecuado también hoy”.

“Se trata de descubrir el sentido escondido en el texto sagrado”, cosa que “presupone un particular ejercicio interior gracias al cual la razón se abre al camino seguro hacia la verdad –detalló el Papa-. Tal ejercicio consiste en cultivar una disponibilidad constante a la conversión”.
Y es que “para llegar a la visión del texto en profundidad es necesario progresar simultáneamente en la conversión personal y en el correcto análisis conceptual de la página bíblica, sea ésta de carácter cósmico, histórico o doctrinal -advirtió-. De hecho sólo gracias a la constante purificación tanto de los ojos del corazón como de los ojos de la mente se puede conquistar la exacta compresión”.

Es un camino “exigente y entusiasmante” –recalcó el Santo Padre-, “hecho de continuas conquistas y relativizaciones del saber humano”, que “lleva a la criatura inteligente hasta el umbral del Misterio divino, donde todas las nociones acusan la propia debilidad e incapacidad, y por ello imponen, con la sencilla fuerza libre y dulce de la verdad, ir siempre más allá de lo que se adquiere continuamente”. Es un camino hecho del “reconocimiento adorante y silencioso del Misterio, que desemboca en la comunión unificadora”.

En los textos de Juan Escoto se “toca”, según el Papa, “el intento de expresar lo decible de lo indecible de Dios, fundándose únicamente en el misterio del Verbo hecho carne en Jesús de Nazaret”; abundan las metáforas “para indicar esta realidad inefable”; se palpa “el encanto y la atmósfera de la auténtica experiencia mística”.

Por eso, Benedicto XVI propuso una cita del teólogo Escoto, también impactante para los creyentes del siglo XXI: “No se debe desear otra cosa más que la alegría de la verdad que es Cristo, ni otra cosa evitar más que la ausencia de Él. Ésta se debería considerar causa única de total y eterna tristeza. Quítame a Cristo y no me quedará bien alguno, ni nada me aterrará como su ausencia. El mayor tormento de una criatura racional es la privación y la ausencia de Él”.

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