Sunday, June 21, 2009

La homilía de Betania: COLABORADORES DE JESÚS EN LA LUCHA CONTRA EL MAL

Por José María Martín OSA


1.- Confiar en la bondad y sabiduría de Dios. En la mentalidad habitual judaica, el mal es castigo del pecado, y por tanto resulta enteramente incomprensible el sufrimiento de "el justo".

Este es el tema planteado por Job: ha observado fielmente la Ley y sin embargo se ve abrumado por toda clase de desgracias. Sus amigos le dicen que reconozca que estas desgracias son castigo de sus pecados, pero Job mantiene su inocencia y no puede explicarse el mal que le aqueja. El autor del libro ofrece la única solución que tiene: confiar en la bondad y sabiduría de Dios y reconocer nuestra limitación en lo que se refiere al conocimiento: “Hasta aquí llegarás y no pasarás”.

El sufrimiento del inocente, muy especialmente el sufrimiento de los niños, es algo que no encaja con nuestra fe en Dios Abba, bueno y poderoso. Y no tenemos ninguna explicación. Creemos en Abba, bueno y poderoso, a pesar de que no podemos explicar el problema del sufrimiento del inocente. En cambio el mal moral, que ocasiona el hambre y las guerras, sí tiene una explicación y un culpable: el hombre.



2.- Cristo murió por todos, nos dice Pablo en la Segunda Carta a los Corintios. Jesús no quiere el sufrimiento, sino que lo combate: perdona a los pecadores, cura a los enfermos y resucita a los muertos. En este tema, la posición de Jesús es clara: su vida es luchar contra el mal, y es parte importante de nuestra misión. Cristo murió por todos para que “los que viven ya no vivan para sí”, es decir para que abandonemos nuestro egoísmo



3.- Todos los milagros de Jesús son de carácter "liberador", en favor del hombre oprimido por la enfermedad, por el pecado. La presencia de Jesús, la presencia de Dios, en el mundo, se ve continuamente acompañada por "signos de liberación", que muestran, más aún que las palabras, en qué Dios creemos, y qué se espera de nosotros.

El relato del evangelio de Marcos que escuchamos hoy está incluido en los evangelios con intención evidente: se trata de mostrar, después de las enseñanzas de las parábolas, una contestación a la pregunta “¿quién es éste?”. Y se nos cuenta cómo los discípulos fueron descubriéndolo. Es importante señalar cómo los discípulos no oran a Dios para que les libre, sino a Jesús; y cómo Jesús no invoca a su Padre como en otras ocasiones, sino que actúa "por su propio poder".

Todo ello explica el final del Evangelio: el terror de los discípulos, no por la tempestad, sino ante el poder que ha mostrado Jesús. Es una muestra de que Jesús actúa en favor de los hombres, para provocar la fe y el seguimiento. No el seguimiento externo de un jefe, sino el seguimiento interior, la aceptación de la Palabra y el cambio de vida. En el caso concreto de la tempestad calmada, Jesús inicia a sus discípulos en un conocimiento más íntimo. Es una presencia de Dios.



4.- Colaborar con Jesucristo en la solución del mal moral es el mayor de los milagros. Los dos textos, el de Job y el de Marcos, nos enfrentan, por tanto, al mundo de la fe en un Dios aparentemente ausente, "dormido" ante el mal del mundo. El milagro de la vida cristiana consiste en ver detrás de lo visible, dentro de lo visible, a Dios Salvador. Ver en el trabajo colaboración en la obra salvadora de Dios. El mayor milagro de Jesús es él mismo, su capacidad de entrega y compasión, de compromiso y de consecuencia hasta el final. Colaborar con El es hacer que este milagro sea posible:


Un hombre vio cómo el fuego devoraba los bosques y las aguas arrastraban las casas, siempre las mismas casas de los pobres.
y el hombre, lleno de rabia, le gritó a Dios:
"¡basta ya, Señor!...
¿por qué permites estas cosas?
¿es que no ves tanto dolor?
si., como dicen, tu eres bueno...
¿por qué no haces nada para solucionarlo?"
Y..., todos los días hacía la misma protesta. Le lanzaba a Dios
el mismo grito...y Dios., callaba...pero una noche., de improviso...,
Dios le respondió:
"Hijo mío..., sí he hecho algo...,
¡te he hecho a ti!"...


En este tema, la posición de Jesús es clara: su vida es luchar contra el mal, y es parte importante de nuestra misión. Y la consecuencia es clara, amargamente clara: existe el mal del mundo porque existe el mal en mí: si mi corazón se pareciera más al de Jesús, la humanidad sufriría mucho menos y sería visible el amor de Dios.

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