Tuesday, June 30, 2009

Los curas vascos "rojos" también son mártires


Por Jesús Bastante
RD
Martes, 30 de junio 2009
Los obispos vascos reivindicarán la memoria de los 14 sacerdotes "ejecutados en los años 1936 y 1937 por quienes vencieron en aquella contienda", y que no tuvieron funerales ni registro de su fallecimiento. Lo han hecho en una carta pastoral conjunta, firmada por todos los prelados de Euskadi, y en la que anuncian la celebración de "un funeral conjunto, con mención y reconocimiento especial de quienes en su día no lo tuvieron". El mismo tendrá lugar el 11 de julio, al mediodía, en la catedral nueva de Vitoria.

En su pastoral, que lleva por título "Purificar la memoria, servir a la verdad, pedir perdón", los obispos de Bilbao (Ricardo Blázquez, y su auxiliar, Mario Iceta), el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, y el de Vitoria, Miguel Asurmendi, consideran "un deber pendiente" recordar la memoria de todos los sacerdotes muertos durante la Guerra Civil en Euskadi, un total de 70, de los que 14 lo fueron a manos del bando nacional.

Así, los obispos piden "un ejercicio de purificación de la memoria", que recuerde, "de modo especial" a "aquellos presbíteros que, habiendo sido ejecutados por los vencedores, han sido relegados al silencio". Y cita los nombres de los 14 sacerdotes "ejecutados" por el bando franquista: Martín Lecuona Echabeguren, Gervasio Albizu Vidaur, José Adarraga Larburu, José Ariztimuño Olaso, José Sagarna Uriarte, Alejandro Mendicute Liceaga, José Otano Míguelez C.M.F., José Joaquín Arín Oyarzabal, Leonardo Guridi Arrázola, José Marquiegui Olazábal, José Ignacio Peñagaricano Solozabal, Celestino Onaindía Zuloaga, Jorge Iturricastillo Aranzabal y Román de San José Urtiaga Elezburu O.C.D.

"No contaron con una celebración pública de exequias", afirman los obispos vascos, ni se consignó su fallecimiento en el Boletín Diocesano. "Deseamos prestar un servicio a la verdad, que es uno de los pilares básicos para construir la justicia, la paz y la reconciliación. No queremos reabrir heridas, sino ayudar a curarlas o a aliviarlas. Queremos contribuir a la dignificación de quienes han sido olvidados o excluidos y a mitigar el dolor de sus familiares y allegados", afirma el texto, que sin embargo incide en que es preciso "pedir perdón e invitar a perdonar".

Por ello, y como "signo visible" de dicha purificación de la memoria, la Iglesia católica vasca toma tres decisiones: en primer lugar, celebrar "un funeral conjunto, con mención y reconocimiento especial de quienes en su día no lo tuvieron. Presidido por todos nosotros, tendrá lugar el sábado 11 de julio en la Catedral Nueva de Vitoria a las doce del mediodía. A esta celebración queda invitado todo el pueblo de Dios y, particularmente, los familiares de las víctimas y los presbíteros de nuestras diócesis". En segundo término, publicar una reseña en el Boletín Oficial de cada diócesis "recogiendo los datos de la vida y muerte de quienes fueron ignorados.". Finalmente, incluir los nombres de los asesinados "en los registros diocesanos de sacerdotes fallecidos y en los libros parroquiales correspondientes".

Éste es el contenido íntegro de la pastoral.

Introducción
Con ocasión de la beatificación en Roma, el día 28 de octubre de 2007, de 498 mártires del siglo XX en España -bastantes de los cuales eran originarios de nuestras diócesis- así como en otras ocasiones anteriores y posteriores, se nos ha recordado que catorce sacerdotes -también de nuestras diócesis- fueron ejecutados en los años 1936 y 1937 por quienes vencieron en aquella contienda. No se hicieron por ellos los debidos funerales y en la mayor parte de los casos no se registró su muerte en el Boletín Oficial diocesano. Los obispos de las diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria hemos escuchado la petición que se nos ha dirigido, hemos reconocido las razones y hemos considerado oportuno cumplir este deber pendiente.
Nosotros queremos realizar juntamente con nuestras comunidades diocesanas un ejercicio de “purificación de la memoria” . Lo hacemos siguiendo las orientaciones del Papa Juan Pablo II para nuestro tiempo, tratando de reforzar “nuestros pasos en el camino hacia el futuro, haciéndonos a la vez más humildes y atentos en nuestra adhesión al Evangelio” .
Los hechos
Han pasado más de siete décadas desde la trágica ruptura de la convivencia originada por la Guerra Civil, con efectos dolorosos en la entonces única diócesis de Vitoria, presidida por Mons. D. Mateo Múgica, a quien recordamos ante el Señor, honrando su memoria. Sirvió a la Diócesis de Vitoria como su Obispo en una complicada situación que le proporcionó innumerables trabajos y sufrimientos. Aquella contienda provocó muchos muertos, desaparecidos, encarcelados y desterrados. La comunidad eclesial no fue en absoluto ajena al sufrimiento: a numerosos laicos, religiosos y presbíteros les fue arrebatada la vida; muchos otros sufrieron represalias y pérdidas irreparables. Fueron más de setenta los sacerdotes y religiosos ejecutados en la diócesis de Vitoria, en los territorios controlados por uno u otro bando.
Centenares de personas fueron ejecutadas, víctimas de odios y venganzas. Recordándolas a todas, la presente declaración pretende traer de modo especial a la memoria a aquellos presbíteros que, habiendo sido ejecutados por los vencedores, han sido relegados al silencio. Se trata, en concreto, de los siguientes : Martín Lecuona Echabeguren, Gervasio Albizu Vidaur, José Adarraga Larburu, José Ariztimuño Olaso, José Sagarna Uriarte, Alejandro Mendicute Liceaga, José Otano Míguelez C.M.F., José Joaquín Arín Oyarzabal, Leonardo Guridi Arrázola, José Marquiegui Olazábal, José Ignacio Peñagaricano Solozabal, Celestino Onaindía Zuloaga, Jorge Iturricastillo Aranzabal y Román de San José Urtiaga Elezburu O.C.D.
No contaron con una celebración pública de exequias. En el Boletín Oficial y en el registro diocesano de sacerdotes fallecidos solamente constan los nombres de los dos primeros, ejecutados antes de la salida forzosa de la Diócesis del obispo D. Mateo Múgica. Tampoco figuran como fallecidos en los libros parroquiales correspondientes.
Consideraciones
Los hechos mencionados nos interpelan a nosotros y a nuestras comunidades diocesanas.
Deseamos prestar un servicio a la verdad, que es uno de los pilares básicos para construir la justicia, la paz y la reconciliación. No queremos reabrir heridas, sino ayudar a curarlas o a aliviarlas. Queremos contribuir a la dignificación de quienes han sido olvidados o excluidos y a mitigar el dolor de sus familiares y allegados.
Queremos pedir perdón e invitar a perdonar. De ninguna manera pretendemos erigirnos en jueces de los demás, sino reconocer ante Dios nuestras limitaciones en el pasado y en el presente. Sabemos que "por el vínculo que une a unos y otros en el Cuerpo místico, y aun sin tener responsabilidad personal ni eludir el juicio de Dios, el único que conoce los corazones, somos portadores del peso de los errores y de las culpas de quienes nos han precedido" . Al pedir perdón, la Iglesia se dirige, ante todo, a Dios, fuente de la vida y de la paz. A Él le pedimos “la luz y la fuerza necesarias para saber rechazar siempre la violencia y la muerte como medio de resolución de las diferencias políticas y sociales” . Que Él perdone nuestras ofensas y nos enseñe así a perdonar a los que nos ofenden.
Acciones
Como signo visible de este ejercicio de purificación de la memoria, hemos determinado desarrollar las siguientes iniciativas.
1. Celebración de un funeral conjunto, con mención y reconocimiento especial de quienes en su día no lo tuvieron. Presidido por todos nosotros, tendrá lugar el sábado 11 de julio en la Catedral Nueva de Vitoria a las doce del mediodía. A esta celebración queda invitado todo el pueblo de Dios y, particularmente, los familiares de las víctimas y los presbíteros de nuestras diócesis.
2. Publicación de una reseña en el Boletín Oficial de cada diócesis, recogiendo los datos de la vida y muerte de quienes fueron ignorados.
3. Inclusión de sus nombres en los registros diocesanos de sacerdotes fallecidos y en los libros parroquiales correspondientes. Purificando la memoria; sirviendo a la verdad; pidiendo, ofreciendo y acogiendo el perdón, queremos mirar al pasado para aprender a construir un presente y un mañana nuevos.
30 de junio de 2009
Ricardo Blázquez, Obispo de Bilbao
Juan María Uriarte, Obispo de San Sebastián
Miguel Asurmendi, Obispo de Vitoria
Mario Iceta, Obispo Auxiliar de Bilbao

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