Friday, June 05, 2009

A media mañana, un momento para la oración



Dios Soñado

Nos vamos arrastrando
penosamente. Mudos. Sobre el Tiempo.
Nos pesa acaso el cuerpo. El barro endurecido.
La gravedad que girapor sobre el corazón...
Es entonces
cuando a nosotros llegan afiladas
palabras que agudizan nuestra bruma
-porque el temor confunde, pero jamás conmueve-,
palabras que se clavan en las fibras
de la carne vencida.
Palabrasde justicia divina, que se yerguen
implacablemente
frente a nosotros. Derribados. Mínimos.
Yo prefiero soñarte más humano
con un trozo de barro -nuestra carne podrida-
entre tus manos
y escuchar tus palabras. Las tuyas de verdad
-las que a mí me dirías si me tropezaras-:
"Es que acaso, con esto, puede hacerse otra cosa",
mientras se va posando
la ternura infinita de tus ojos
sobre tanta miseria.

Maria Elvira Lacacci

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