Saturday, June 06, 2009

Por si fuera poco, un pequeño cisma...


(AE)
Las semanas pasadas no han sido las mejores para la Iglesia Católica en Kenia. Al tema que hemos mencionado en un reciente post de la prohibición de las actividades de la Renovación Carismática Católica en la archidiócesis de Nairobi se le han unido otros no menos candentes que están haciendo que la jerarquía del país – casi siempre representada por el Cardenal Njue – haya aparecido con más frecuencia de lo habitual en los titulares de los medios de comunicación.


Al hilo de la suspensión temporal de actividades del movimiento carismático, varios periódicos informaron sobre el malestar de un grupo de sacerdotes que se quejaban del estilo de gobierno del cardenal Njue, según ellos autoritativo y “con mano de hierro.” No han trascendido los nombres de tales sacerdotes ni el número de los mismos, pero parece ser que parte del malestar del clero está asociado a la decisión del cardenal de aplicar las normas del Derecho Canónico y formar en cada parroquia un comité económico que vele por la transparencia y la corresponsabilidad en la administración de los fondos. Parece ser que ciertos párrocos, acostumbrados a mantener en este punto una cierta independencia y tener el poder de hacer y deshacer, se ven de pronto en el punto de mira ya que en cada parroquia habrá un grupo de laicos que ejercerán de controladores de las finanzas parroquiales y de garantes de su buen uso. Por un lado, esto supone un gran avance para que los laicos tengan un papel más activo y relevante en la marcha de las comunidades cristianas, pero, al mismo tiempo, supone una amenaza para aquellos párrocos que hayan llevado la parroquia “como su cortijo personal” y no hayan sido honestos con los muchos o pocos fondos parroquiales.


Otro problema a mi parecer más grave es el de un grupo cismático liderado por un antiguo sacerdote católico excomunicado en el año 2004 bajo acusación de haber dejado embarazada a una monja. Este sacerdote posteriormente se casó con la monja y comenzó su propia iglesia (la Iglesia Reformada Católica). Este sacerdote, Godfrey Shiundu, ha sido ordenado obispo este fin de semana con el apoyo de otro grupo llamado la Iglesia Católica Ecuménica de Cristo que tiene su base en los Estados Unidos y que ha enviado a su obispo Dr. Karl Rodig para la consagración episcopal de este sacerdote y la ordenación de tres nuevos sacerdotes. Este grupo dice contar con más de un millón de seguidores en todo el mundo y con 10.000 solamente en Kenia, entre los cuales se encuentran varios sacerdotes que renuncian al celibato y quieren continuar su ministerio pastoral uniéndose a este grupo, el cual no sólo acepta a sacerdotes casados sino incluso parece que llega a permitir la poligamia.


Como es normal en estos casos, los obispos católicos de las localidades donde han tenido lugar estas ordenaciones y el cardenal de Nairobi han manifestado su preocupación y su rechazo ante este nuevo grupo (alguna de estas declaraciones ha sido realmente desafortunada por las expresiones utilizadas), avisando a los feligreses que tales iniciativas suponen una ruptura de hecho con la Iglesia Católica. Sobre el punto crucial del celibato, han reafirmado la posición de que el celibato es sano y ayuda a la iglesia a mantener la disciplina interna.


Mi reflexión personal sobre este asunto iría muy en la línea de lo que ha expresado mi compañero de blog en un reciente post: en África no siempre el clero (incluyendo obispos) es el estamento más adecuado y con mayor autoridad moral para predicar sobre los valores y las virtudes del celibato. Por desgracia, hay una gran discrepancia entre las declaraciones de cara a la galería y la innegable realidad del día a día que a la larga apenas se le puede ocultar a la gente.


Para algunos, el nacimiento de grupos como este (aunque sean llamados cismáticos) es una oportunidad de “salir del armario” y poner fin a una vida esquizofrénica o a una situación que se ha vuelto insostenible sin perder el estatus eclesial. Especialmente en África, donde se le da tanto valor a la descendencia, se comprende mucho menos que en otros sitios que un hombre que quiera dedicarse al ministerio pastoral como sacerdote tenga que elegir entre el celibato o la familia. Me huelo que grupos como estos, aunque no sean tan relevantes como el que su día comenzó el Arzobispo Lefebvre, no harán sino actuar de refugio de católicos descontentos con algunos de los puntos de la doctrina o las normas eclesiales.


Alberto Eismann
En clave de África

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