En la última etapa de su peregrinación a San Giovanni Rotondo, a los lugares de san Pío de Pietralcina, Benedicto XVI encontró a los sacerdotes, religiosos, religiosas y jóvenes en la iglesia dedicada al santo capuchino y proyectada por Renzo Piano. "El cuidado de las almas y la conversión de los pecadores fueron un deseo que lo consumó hasta la muerte" recordó el Papa, que pidió a los sacerdotes valorar el sacramento de la penitencia, tan amado por el Padre Pío, y no resignarse a "ver desérticos los confesionarios ni limitarse a constatar la falta de afecto de los fieles por esta extraordinaria fuente de serenidad y de paz". Es necesario encontrar "nuevos canales" para comunicar la verdad evangélica en nuestro tiempo, agregó Benedicto XVI, pero el evento del Padre Pío enseña "que sólo una alma íntimamente unida al crucifijo logra transmitir incluso a los alejados la alegría y la riqueza del Evangelio".
A los jóvenes, que son golpeados fuertemente por el desempleo en el sur de Italia, el Papa pidió no perder el ánimo y ser "jóvenes con un corazón grande". "La Iglesia no los abandona, no abandonen la Iglesia" concluyó, "porque hay necesidad de su apoyo para construir comunidades cristianas vivas, y sociedades más justas y abiertas a la esperanza". Al finalizar, el pontífice bajó a la iglesia inferior y bendijo los nuevos mosaicos realizados por el padre Marko Rupnik y el "Centro Aletti" de Roma.
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