Sunday, November 22, 2009

Comentario a las lecturas por José Enrique Galaterra sj

LECTURAS
Domingo 34 del tiempo ordinario


DANIEL 7, 13-14

Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia. A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás.


APOCALIPSIS 1, 5-8

Gracia y paz a vosotros de parte de «Aquel que es, que era y que va a venir», de parte de los siete Espíritus que están ante su trono, y de parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra.

Al que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron, y por él harán duelo todas las razas de la tierra. Sí. Amén.

Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir, el Todopoderoso».


La fiesta de Cristo-Rey del Universo fue instaurada por Pío XI el 11 de Marzo de 1925. Apareció en el contexto histórico y social de una Iglesia en lucha contra el auge republicano y anticlerical.

Entonces las monarquías se declaraban católicas, los eclesiásticos eran monárquicos, las ideas liberales y republicanas eran antimonárquicas, anticlericales y anti “eclesiásticas”. Fue el momento en que se gritaba "¡viva el Papa Rey!" y tenía fuerte significado el poder temporal del Papa y la tiara con la triple corona de oro de Rey-Sacerdote-Profeta...

La fiesta estaba orientada, pues, a la polémica, a reafirmar la soberanía de Cristo, a incitar a los estados a que proclamaran la soberanía de Cristo y se consagrasen a Él... La Iglesia, la jerarquía especialmente, reclamaba su lugar, incluso sus privilegios... Un contexto muy político.

Pasaron esas circunstancias -y Dios nos libre de juzgar a otras épocas- y una vez más, la historia nos hace el favor de poder limpiar la Palabra de Dios de las palabras humanas, quizá circunstancialmente válidas (o al menos explicables), pero perecederas, humanas al fin y al cabo.

Meditamos por tanto en el significado más evangélico de esa palabra: "¿Tú eres Rey? - "Mi reino no es de este mundo”.

Los tres textos son diversas expresiones de lo mismo. Daniel y el Apocalipsis en género "escatológico-apocalíptico". El pasaje evangélico de Juan, en género narrativo. El mensaje es el mismo con vestiduras diferentes, y, aunque semejantes, no igualmente válidas.

Se repiten en estos textos imágenes semejantes. Y volvemos a insistir en su valor: imágenes, tomadas de lo humano para expresar lo divino. Las imágenes de "las nubes", "el trono de Dios" " el anciano...", nos recuerdan a las imágenes usadas en los relatos de la Ascensión. (En realidad, lo que hoy celebramos es exactamente lo mismo que se celebra el día de la Ascensión).

Nadie hay tan ingenuo como para pensar en "el Cielo como lugar físico que está más arriba", a donde "se sube" o de donde "se baja".... Imágenes. Buenas imágenes para expresar lo divino, pero solamente imágenes.

El Imperio, el Poder, el Reino, Alfa-Omega... Buenas imágenes para expresar quién es Jesucristo. Jesús mismo ofrece un camino de interpretación. La imagen del Rey es aceptada por Jesús: pero rey " de otra manera", otro tipo de reino, el reino de la verdad.... El reino de Dios no es un Estado, ni un país, ni un gobierno, ni siquiera el triunfo de una religión.

Es muy importante advertir que Jesús usa “El reino de Dios” en contraposición a “los reinos de la tierra”. Que Dios es Rey de manera opuesta a lo que son los reyes de la tierra. Jesús usa la imagen del reino y del rey, precisamente para decir que los reinos de la tierra son lo más opuesto al reinado de Dios.

Vamos, pues, por buen camino si volvemos al principio de esta reflexión: se trata de imágenes para hablar de Dios, de Jesús, de la Iglesia. Pero hemos de usar las imágenes en el sentido en que Jesús las usa. La imagen del rey poderoso, dominador, vencedor de enemigos, que manda a placer, que tiene dignidad y riqueza… no tiene nada que ver con el reino de Dios ni con Jesús. Más bien es lo opuesto. Y demasiadas veces caemos en ese error.

José Enrique Galarreta, S.J.

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