Wednesday, January 27, 2010

Espacio Sagrado


Marcos 4:2-8,13-20
Jesús les enseñó muchas cosas por medio de ejemplos o parábolas. Les enseñaba en esta forma: "Escuchen esto: El sembrador salió a sembrar. Al ir sembrando, una parte de la semilla cayó a lo largo del camino, vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó entre piedras, donde había poca tierra, y las semillas brotaron en seguida por no estar muy honda la tierra. Pero cuando salió el sol, las quemó y, como no tenían raíces, se secaron. Otras semillas cayeron entre espinos: los espinos crecieron y las sofocaron, de manera que no dieron fruto. Otras semillas cayeron en tierra buena: brotaron, crecieron y produjeron una treinta, otras sesenta y otras cien. Jesús les dijo: ¿No entienden esta parábola? Entonces, ¿cómo comprenderán las demás? Lo que el sembrador siembra es la Palabra de Dios. Los que están a lo largo del camino cuando se siembra, son aquellos que escuchan la Palabra, pero en cuanto la reciben, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. Otros reciben la Palabra como un terreno lleno de piedras. Apenas reciben la Palabra la aceptan con alegría; pero no se arraiga en ellos y no duran más que una temporada; en cuanto sobreviene alguna prueba o persecución por causa de la Palabra, al momento caen. Otros la reciben como entre espinos; éstos han escuchado la Palabra, pero luego sobrevienen las preocupaciones de esta vida, las promesas engañosas de la riqueza y las demás pasiones, y junta ahogan la Palabra, que no da fruto. Para otros se ha sembrado en tierra buena. Éstos han escuchado la Palabra, le han dado acogida, y dan fruto: unos el treinta por uno, otros el sesenta y otros el ciento."


¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

La semilla es el símbolo de la Palabra de Dios. La acción de Dios dirigida a cada ser humano, puede ser ahogada por los cuidados y preocupaciones de la vida, por la atracción de la riqueza o por otros apetitos irracionales. Examino los cuidados y preocupaciones que me impiden escuchar lo que Dios desea decirme.

En el Nuevo Testamento, el hecho de dar fruto es una metáfora para el arrepentimiento, la conversión y las buenas obras. Recuerdo y reconozco con gratitud, las buenas obras que Dios me ha preparado para llevar adelante.

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