Wednesday, February 17, 2010

Cuaresma y justicia

Al iniciar la Cuaresma invitaría, especialmente a los amigos del blog a que leamos y releamos el mensaje que, con ocasión de este tiempo, ha escrito Benedicto XVI en torno a la justicia. De una manera detallada y profunda, el Papa nos introduce en la verdadera dimensión de este concepto. Apunta diversos aspectos: la mayor justicia es acercar a Dios al hombre, por el contrario, la mayor injusticia es privarlo de su conocimiento.


¿Se aleja todo esto de la justicia social? No. Recordando el relato del Éxodo, el papa teólogo nos indica que Dios liberó a su pueblo antes de establecer el don de las tablas de la ley. Hay un acto de liberación antes de escuchar la ley que habla de socorrer a los más indefensos. Dios actúa, libera a su pueblo. Jesús actúa, en la cruz, redime, perdona. Dios, cuya justicia es diferente de la humana, se entrega por completo para que nosotros podamos quedar restaurados en su amistad.


Así es la justicia de Dios: todo por nosotros, a fin de conseguir que nuestro corazón se transforme.
La cuaresma nos obliga a trabajarnos la humildad, el reconocer que si Dios no actúa en cada uno de nosotros, poco podremos hacer. Es difícil y complicado, sobre todo, porque es dejar a Otro que lleve las riendas de nuestra vida, es vivir desde su voluntad.


Dios nos proporciona un amor desmesurado, increíble. Es el tiempo de nuestra respuesta, de la respuesta de quien sabe que ha recibido mucho. El Papa lo dice de una manera muy hermosa: “Gracias a la acción de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia ‘más grande’, que es la del amor (cf. Rm 13,8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que podía esperar”.


¿Cambiarán las estructuras desde este sentido de la justicia? A Dios le importa cómo estén las personas, los pueblos, sus situaciones; a Jesús, en su ministerio público, le duelen los que más sufren. Las estructuras cambiarán si hay personas que han cambiado el corazón y viven desde lo que, como un regalo inmerecido, han recibido. Así lo remarca Benedicto XVI: “Precisamente por la fuerza de esta experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a la formación de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de hombres y donde la justicia sea vivificada por el amor”.


Vivamos esta cuaresma desde la propuesta de la justicia, que nos llama a una relación de gratuidad con Dios y con nuestros hermanos, que nos lanza a una manera de vivir y de medir diferente. En cierta manera, nos descoloca. La cuaresma es tiempo para que aquello que “descoloca” Dios, encuentre su verdadero sitio.


Reitero la invitación a echar una lectura reposada del mensaje papal. Hay algunas partes más teológicas y complicadas, pero tenemos 40 días, nada más y nada menos, para “rumiarlo” con tranquilidad.


Termino con el deseo de Benedicto XVI: “Que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversión y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia”.


Fernando Cordero ss.cc.
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