Friday, November 19, 2010

Los cristianos de Pakistán, acosados


Bibi, condenada a muerte por blasfemia
(María Gómez) Asia Bibi, peón agrícola casada y madre de tres niños y una niña, estaba trabajando en el campo con otras mujeres, en la localidad de Ittanwali (provincia paquistaní de Punjab), cuando se inició una discusión sobre religión. Ella, cristiana protestante, se puso a defender el cristianismo frente al islam, actitud que sus compañeras, musulmanas, interpretaron como una ofensa. Fue arrestada y sometida a juicio. Esto ocurrió en junio de 2009, y el pasado 7 de noviembre ha sido sentenciada a pena de muerte por un delito de blasfemia.

Casi mil personas han sido condenadas por este cargo en Pakistán desde 1986, cuando se promulgó la ley de la blasfemia para castigar toda ofensa a Mahoma, al islam o al Corán. Según la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Iglesia Católica (NCJP), la mitad de los condenados son musulmanes, pero en los últimos años se observa una instrumentalización sistemática de la ley contra los cristianos.
Ciudadanos de segunda
“Los cristianos son un objetivo muy fácil”, explica Andrew Francis, obispo de Multan (en la región de Punjab), a propósito de una comunidad que supone el 1,6% de la población total del país. ¿Y son ciudadanos de segunda clase? “De iure no, pero de facto sí. De iure, la bandera de Pakistán tiene dos colores, verde y blanco; el blanco representa a los no musulmanes. Pero de facto hay mucha gente discriminada por su religión”, responde el obispo a Vida Nueva durante una breve visita a Madrid, invitado por Ayuda a la Iglesia Necesitada.
“La gente tiene miedo a quedarse sin trabajo o sin casa, a que no haya respeto, a las venganzas, a que se pueda hacer daño a su familia… Decir que son ciudadanos de segunda o de tercera es poco”, describe, por su parte, la misionera barcelonesa Pilar Vila San Juan, una de las pocas españolas en el país. Esta religiosa de Jesús-María que lleva 12 años en Pakistán (actualmente está en Lahore, capital de Punjab), sufre con la discriminación que a diario afecta a la comunidad cristiana. “Estoy indignada; no tengo miedo, sino rabia e impotencia. En mi escuela tengo a musulmanes y a cristianos, y si rechazara a los primeros por su religión, muchos niños se quedarían sin escuela”.

Ajusticiados por el pueblo
Otros ni siquiera tienen la “suerte” de llegar a los tribunales y son ajusticiados por el pueblo. Entre los casos paradigmáticos, cabe recordar el del 30 de junio de 2009 en Kasur, donde más de 110 familias cristianas acusadas de blasfemia fueron obligadas a huir de sus casas. Poco después, en Gojra murieron nueve mujeres y niños al ser incendiadas sus casas.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán y arzobispo de Lahore, Lawrence Saldanha, se ha dirigido varias veces en los últimos meses al Gobierno de Islamabad para reclamarle que la protección de las minorías sea “una prioridad en su agenda” y que elimine las leyes discriminatorias existentes.
Vida Nueva

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