Saturday, January 29, 2011

México llora a Samuel Ruiz, el obispo de los indígenas


Defensor de los más pobres, Hillary Clinton le califica de “ejemplo a seguir
(Pablo Romo Cedano. San Cristóbal de las Casas) Hace 51 años, un 25 de enero, Samuel Ruiz García era ordenado obispo en la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Llegó un día antes con gran pompa, como se acostumbraba en aquel tiempo a recibir a un obispo y, en esa ocasión, con mayor razón por ser el primer prelado que decidió ser ordenado en la que fuera sede de Fray Bartolomé de Las Casas. El pasado 24 de enero, a la una de la mañana, descendió de un pequeño avión el féretro de Don Samuel para ser enterrado a los pies del altar de la que fue su catedral durante 40 años.
¿Quién fue ese hombre que lo mismo la Secretaria de Estado Hillary Clinton lo califica de “ejemplo a seguir” y que los indígenas lo llaman “Nuestro padre” jTatik? ¿Quién fue ese obispo que fue candidato al premio Nobel de la Paz y, también, acusado de incitar a la violencia?
Nació el 3 de noviembre de 1924 en Irapuato, hijo de padres migrantes. De muy joven ingresó en el seminario de la diócesis de León, Guanajuato –una de las regiones más conservadoras del país–, del que muy pronto fue nombrado rector. A los 35 años fue nombrado obispo por el papa Juan XXIII.

Muchos años después, se convirtió en el obispo más controvertido del país. Se le acusó de querer generar un cisma en la Iglesia, de ordenar diáconos indígenas “absurdamente”, de ser el causante de un levantamiento armado, de llamar a la subversión.
Los derechos de los más pobres
De las acusaciones se siguieron los atentados contra él y su diócesis, como el Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de Las Casas”, instancia que fundó el propio Don Samuel para defender los derechos de los más pobres, y documentó entre 1994 y 1997 más de 251 casos de ataques a los agentes de pastoral.

Don Samuel es ampliamente conocido en el mundo eclesial, y más allá. Fue un hombre sencillo, un pastor cercano a su pueblo; un obispo al lado de los pobres; un creyente ferviente en Jesús.
Un religioso orante y caminante. Un profeta que supo interpretar los signos de los tiempos, de sus tiempos y de los que estaban por venir. Un hombre de Iglesia a carta cabal. A pesar de todo, y muchas veces con vientos encontrados: un hombre fiel.
Congruente: lo que pensaba lo vivía ya hacía tiempo; lo que predicaba lo hacía vida. Un hombre de trabajo: despertaba temprano, oraba las Horas estuviera donde estuviera, de sol a sol trabajaba, convivía con la gente, disfrutaba el descanso con una buena película. Compartía la vida con todos, y a todos y todas los hacía importantes; les otorgaba su tiempo y su caminar con ellos, y así crecíamos, así crecimos.
Evangelio encarnado en el pueblo indio
Don Samuel impulsó la Iglesia como lo dice el Concilio Vaticano II, procurando inculturar el Evangelio en las diferentes culturas. Otorgó el poder que da la Palabra de Dios a los indios impulsando las traducciones al tzotzil, tzeltal, tojolabal y c’hol.

La Palabra de Dios se hizo carne en el pueblo indio de su diócesis, abrió los ojos a los ciegos e hizo andar a los que esperaban que otros los acarrearan. Don Samuel impulsó el diaconado de hombres casados, como lo establece el Vaticano II, en una cultura donde el celibato es una expresión de falta de madurez.
Vida Nueva

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