Sunday, February 27, 2011

Comentario de la 1a. y 2a. lectura por José Enrique Galarreta sj



Domingo 8º TO ciclo A

LECTURAS



ISAÍAS 49, 14-15

Pero dice Sión:
«Yahveh me ha abandonado, el Señor me ha olvidado.»

¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho,
sin compadecerse del hijo de sus entrañas?
Pues aunque esas llegasen a olvidar, yo no te olvido.

La opinión más extendida es hoy que este libro fue escrito por un profeta anónimo (que pretende seguir la escuela de Isaías), alrededor del año 539, fecha en que el persa Ciro conquistará Babilonia dando fin al imperio de los caldeos. Ciro seguirá una política de tolerancia y permitirá a los judíos el regreso a Jerusalén y la reconstrucción del templo.

Estos sucesos son interpretados por el profeta: la deportación a Babilonia y la destrucción de Jerusalén son castigos de Dios por los pecados, la infidelidad de Israel. Pero son castigos para que Israel se arrepienta y vuelva a Él. No dura la ira de Yahvé contra su pueblo, porque le ama. Y aquí se incluye el texto que leemos hoy, con su hermoso mensaje: aunque una madre olvide a su hijo, Yo nunca te olvidaré.


1 CORINTIOS 4, 1-5

Por tanto, que nos tengan los hombres por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que en fin de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles.

Aunque a mí lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano. ¡Ni siquiera me juzgo a mí mismo!

Cierto que mi conciencia nada me reprocha; mas no por eso quedo justificado. Mi juez es el Señor.

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. Él iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda.


Es un fragmento que se ha de entender en el contexto de toda esta parte de la carta, en el que Pablo les envía una reprimenda por muchas deficiencias que hay en su iglesia.

De todas maneras no aparece demasiado claro por qué se introduce el tema del juicio. Quizá porque algunas personas, desde una sabiduría puramente humana (como aparece en los párrafos previos y hemos leído en los domingos anteriores) están emitiendo juicios desfavorables contra Pablo.

Pablo se remite al juicio de Dios y aporta un criterio universalmente válido: lo que importa no es lo que juzguen los hombres, sino la fidelidad a Jesús.

José Enrique Galarreta, S.J.
Fe Adulta

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