Friday, September 23, 2011

Protestantes acogen con satisfacción las palabras de aprecio del Papa a Lutero


"Una revalorización moral de la persona de Lutero"

El cardenal Koch subraya que todavía existen grandes diferencias



Las palabras de aprecio que el papa pronunció hoy sobre Lutero fueron recibidas favorablemente por el presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica Alemana, Nikolaus Schneider, que afirmó que aunque no se trata de una rehabilitación, sí de una revalorización moral sobre el impulsor de la Reforma.

Schneider participó hoy en el encuentro ecuménico celebrado por Benedicto XVI y los lideres religiosos protestantes en Erfurt (este de Alemania), la ciudad donde ejerció Lutero, de quien el papa Ratzinger dijo que "Dios fue la pasión profunda y el centro de la vida y del camino" del agustino, indicó Efe.

El papa teólogo señaló que el pensamiento de Lutero y toda su espiritualidad "erancompletamente cristocéntricos" y que la "candente pregunta" que se hacia -¿Cómo se sitúa Dios respecto a mí, cómo me posiciono yo ante Dios?- "debe convertirse otra vez y de un modo nuevo en una pregunta nuestra".

En esas palabras, los observadores vaticanos vieron una "apertura" del papa hacia las preguntas que se hizo Lutero hace casi 500 años y que acabaron rompiendo su relación con Roma para impulsar el protestantismo.

"Tal vez no se ha tratado de una auténtica rehabilitación, pero en las palabras del papahay una revalorización moral de la persona de Lutero", afirmó el líder protestante en un encuentro con la prensa, en el que agregó que le habría gustado también una "revalorización de la teología" del padre del Reformismo.

El cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, por su parte subrayó que todavía existen grandes diferencias entre las dos iglesias en temas de ética, bioética, sexualidad, entre otras.

Esta no ha sido la primera vez que Benedicto XVI habla de su compatriota Lutero.

El 19 de noviembre de 2008 ante unas 20.000 personas reunidas en el Vaticano habló de la "Doctrina de la Justificación", uno de los temas más controvertidos de la reforma protestante, y dijo que Lutero no se equivocaba cuando decía que "nos salva sólo la fe", pero matizó que siempre que esa fe "no se oponga a la caridad y al amor".

El papa, que aquel día reflexionaba sobre cómo el ser humano se convierte en justo a los ojos de Dios, tema central en las cartas de san Pablo y uno de los asuntos que durante más de cuatro siglos han separado a luteranos y católicos, resaltó que el Apóstol -cuyos escritos inspiraron a Lutero- afirmaba que "el hombre es justificado por la fe con independencia de las obras de la ley".

"Lutero tradujo justificados por la sola fe", manifestó el papa, que añadió que "la palabra 'sola fide' (sólo la fe) de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad, al amor", señaló.

La "Doctrina de la Justificación" es la explicación teológica de las relaciones entre la gracia de Dios que llega al hombre por el bautismo, y de cómo el hombre con esa gracia pasa de pecador a justo.

Tanto católicos como protestantes aceptan que la salvación es una iniciativa gratuita de Dios.

Pero mientras para los católicos el hombre puede cooperar a la gracia, para los protestantes al hombre sólo le cabe una actitud pasiva.

Los católicos también mantienen que gracias a los méritos de la pasión de Cristo y por medio del bautismo les queda borrado totalmente el pecado original, y la concupiscencia es una tendencia al pecado, pero no un pecado. Sin embargo, para los protestantes la concupiscencia es un auténtico pecado.

De ahí que para ellos el bautismo hace al hombre justo y al tiempo pecador.

Las indulgencias -la reducción o eliminación de las penas que derivan de haber cometido un pecado y que puede lograrse en determinadas condiciones, siempre que se esté en estado de gracia- fueron uno de los puntos que llevaron a la división de la Iglesia de Occidente.

Contra la degeneración comercial de las indulgencias en la Iglesia católica se levantó Lutero en 1517 y de allí partió la reforma luterana.

La unidad de los cristianos se rompió por vez primera tras el concilio de Efeso, en el año 431, cuando se separó la Iglesia asiria, o persia.

Tras el concilio de Calcedonia, en el año 451, se separaron las iglesias coptas, siria, etíope y armenia.

En el siglo XI (1054) se separó el Oriente cristiano y en el siglo XVI (1517) se produjo la reforma protestante.

Oriente y Occidente se separaron con el cisma de 1054, con las excomuniones del papa León IX y del patriarca Miguel Celurario.

Les separan razones teológicas, como el rechazo de los ortodoxos al primado de la Iglesia de Roma y la negativa de la infalibilidad del papa.

Los ortodoxos no reconocen la validez de los sacramentos católicos, al contrario que la Iglesia católica, que sí admite, desde el Vaticano II, los de la Iglesia ortodoxa.

(RD/Efe)

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