Saturday, December 24, 2011

Claves para vivir la verdad de la Navidad en medio de la crisis – Editorial Ecclesia (24-12-2011)

En su mensaje para la 45 Jornada Mundial de Oración por la Paz, del próximo 1 de enero, el Papa Benedicto XVI alude, una vez más, a la actual situación de crisis que flagela a Occidente y en especial a Europa. «Es verdad –afirma– que en el año que termina ha aumentado el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas. Parece como si un manto de oscuridad hubiera descendido sobre nuestro tiempo y no dejara ver con claridad la luz del día»


Precisamente en medio de la noche, en medio de la oscuridad, como nos dice la Palabra de Dios, irrumpió en la humanidad y ya para siempre la gran luz de Jesucristo con su humilde y gloriosa Natividad. La luz de Cristo es la única luz verdadera que alumbra y salva al mundo de ayer, hoy y siempre. Y en esta hora de crisis que no solo no se cesa sino que agranda y proyecta negras sombras sobre nuestros horizontes, es más necesario que nunca reencontrar esa luz, esa salvación.

El pasado 7 de diciembre, al iluminar telemáticamente el árbol de Navidad más grande del mundo (ver la página 16 de nuestro número de la pasada semana), el Santo Padre expresó tres deseos. Y en el segundo de ellos se refirió a que las luces decorativas de estas jornadas navideñas han de recordarnos que «también nosotros necesitamos una luz que ilumine el camino de nuestra vida y nos dé esperanza, especialmente en esta época». Y «esa luz –prosiguió– es el Niño Dios que contemplamos en la Navidad santa, en un pobre y humilde pesebre, porque es el Señor que se acerca a cada uno de nosotros y pide que lo acojamos nuevamente en nuestra vida», que lo queramos, que confiemos en Él y «sintamos su presencia que nos acompaña, nos sostiene y nos ayuda».

La recuperación de Dios y recomenzarlo todo desde Dios, el poner a Dios en el lugar que le corresponde es, pues, la primera y definitiva clave y urgencia de esta Navidad, de todas las Navidades y toda la existencia humana. No hay Navidad sin Dios y tampoco hay salida verdadera de la crisis sin Dios. La auténtica causa de la actual crisis –repitámoslo una vez más– es de carácter moral, se halla también en el eclipse, en el olvido, en la apostasía –siquiera silenciosa- que de Dios ha querido proyectar nuestro envanecido y endiosado mundo.

Desde Dios, desde, en concreto, la pobreza y la humildad de la verdadera Navidad, será más fácil empezar de nuevo en la economía, en las finanzas, en el mundo y mercado laboral, en las relaciones sociales e interpersonales. Porque la pobreza, la humildad y la sencillez de la Navidad nos hablan y nos hacen entender mejor la verdadera pobreza de nuestro mundo. ¿La culpa de la crisis no la tiene el haber complicado hasta el extremo la vida y los modos y medios para vivir? ¿La culpa de la crisis no la tiene el haber vivido por encima de nuestras posibilidades y necesidades? ¿La culpa de la crisis no la tiene la insaciable avidez de riquezas materiales? ¿La culpa de la crisis no la tienen el egoísmo, la insolidaridad, la búsqueda narcisista y sin prejuicios del propio enriquecimiento? ¿La culpa de la crisis no la tiene el haber pensando que todo lo podíamos solucionar con nuestras propias y solas fuerzas, cálculos y estrategias? ¡Claro que sí: la culpa de la crisis la tiene el habernos creído como Dios y el haber vivido solo de y para nosotros mismos!

Antes de encender el árbol de Navidad de Gubbio, Benedicto XVI expresó su tercer y último deseo: «Que cada uno de nosotros aporte algo de luz en los ambientes en que vive. Que cada uno sea una luz para quien tiene al lado; que deje de lado el egoísmo que, tan a menudo, cierra el corazón y lleva a pensar sólo en uno mismo; que preste más atención a los demás, que los ame más». Porque cualquier pequeño gesto de amor a Dios, de bondad, de sencillez, de austeridad, de solidaridad «es como una luz de este gran árbol: junto con las otras luces ilumina la oscuridad de la noche, incluso de la noche más oscura».

Ecclesia

No comments: