Wednesday, December 21, 2011

Inglaterra; cuando el sacerdote católico tiene 9 hijos (y una esposa, claro)

La historia de un expastor anglicano que se convirtió a la fe de Roma; gracias a las nuevas reglas puede mantener su vínculo conyugal

MAURO PIANTA
TURÍN

«Creced y multiplicaos». Hay alguien, en Inglaterra, que tomó al pie de la letra la antigua exhortación bíblica. Se llama Ian Hellyer, que, con su esposa Margaret, se encarga de sacar adelante a sus nueve hijos. Por lo demás, Hellyer es uno que sabe bastante sobre las Sagradas Escrituras: Ian, de hecho, es un sacerdote de la Iglesia Romana. Justamente así: padre y sacerdote, pero sin excomunión vaticana. La historia salió publicada hace algunos días en el periódico “The Guardian”. Cuidado, porque en el caso del padre Ian no hay ningún corto circuito teológico. Efectivamente, porque el padre (de 45 años) era un pastor anglicano hasta el año pasado. Después, tras un itinerario espiritual y un recorrido de estudios, se convirtió al catolicismo.

El padre Ian pertenece al Ordinariado de Nuestra Señora de Walsingham (de Inglaterra y Gales). Hace dos años la Santa Sede instituyó los Ordinariados: se trata de nuevas organizaciones, estructuras canónicas que permiten que los anglicanos pasen a la Iglesia de Roma, manteniendo algunas de sus tradiciones litúrgicas. Pero, sobre todo, el Ordinariado prevé que los ex pastores casados tengan un permiso especial para que puedan mantener el vínculo conyugal. Hasta el día de hoy, según los datos que Vatican Insider ha podido consultar, son 57 los ex pastores anglicanos que ha acogido la Iglesia católica. Cuarenta y dos de ellos están casados, como Hellyer.

El padre Hellyer fue ordenado pastor en 1995, pero siempre tuvo las sensación de pertenecer a la iglesia “equivocada”. «Me sentía como un pez fuera del agua», declaró. Una mujer católica, que conoció desde que estudiaba en la universidad, lo ha siempre apoyado. En la gran casa del vicariato victoriano de Devon, en donde la familia vivía hasta el año pasado, los hijos crecían con una doble educación: «Los domingos –recuerda Margaret–, doble celebración para todos: primera la del padre Ian y luego el rito romano». El cambio llega con el viaje de Benedicto XVI a Inglaterra. «Escuché su homilía en Birmingham –recuerda Hellyer– y allí pude confirmar que pertenecía a la comunidad católica».

Ahora, él se rechaza a aceptar el papel de “estandarte” del celibato de los sacerdotes. «Considero que no se trata de una cuestión fundamental para la fe, como lo son, en cambio, la resurrección del cuerpo o la virginidad de Marís, temas sobre los que los anglicanos siempre han sido un poco vagos».

La conversión, de cualquier manera, no fue fácil. Los sacerdotes católicos, se sabe, no tienen un salario muy jugoso que digamos. Sobre todo considerando la enorme familia que tiene. Muchos de sus amigos, preocupados, les habían desaconsejado que lo hiciera. Y luego... los niños, la escuela, los compañeritos de tantos años. Sin considerar que Margaret estaba embarazada. «Pero nosotrossiempre hemos pensado –cuenta la pareja– que era lo mejor y nos pusimos en manos de la Providencia». La primavera pasada nació Rose. «Avisé al seminario de Londres, en donde estudiaba, que ese día habría faltado: mi esposa estaba por parir a nuestra novena hija. Creo que ese instituto no ha recibido nunca una llamada parecida de parte de uno de sus estudiantes...».

Pocas semanas después, el hombre fue ordenado sacerdote católico y obtuvo un empleo: capellán en la universidad de Plymouth. El obispo le dio otra buena noticia: una casa con cinco habitaciones para la familia en el centro de Plymouth. Una casa justamente al lado de la Iglesia. Es más chica que la que tenían, pero tiene una enorme ventaja: hay una puerta que conduce directamente de la sala al altar de la Iglesia. A menudo, por esa puerta transita toda la tropa: desde Clare (de 18 años) hasta Rose (de 7 meses), pasando por Angela (15 años), Marta (11), John (9), Luke (7), simeon (4) y Gregory (2).Todos a la misa del padre Ian. Nadie, por lo demás, más padre que él.


Vatican Insider

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