Sunday, December 25, 2011

La estatua de sal y la Navidad

Ayer, antes de dormir, leí el Discurso de Benedicto XVI a la Curia Romana con motivo de las felicitaciones de Navidad. Es una ocasión anual en la que la máxima autoridad de la estructura religiosa más numerosa del mundo hace un resumen del año y, a veces, da señales de cómo ve él el mundo y la sociedad. Había leído que habló de la mujer de Lot, convertida en estatua de sal por mirar hacia atrás. Quería hoy traer aquí algunas buenas noticias de futuro que pudiera aportarnos. Yo no he renunciado a “mi iglesia” (tan mía como de Joseph Ratzinger), como otras veces he manifestado, aunque mi fe personal me lleve por caminos muy lejanos de los de sus “jerarquías” (¡qué palabra! ¡el dominio de los hombres sagrados!).

Desgraciadamente no he podido sacar nada útil de ese discurso para aportarlo a la columna central de ATRIO. Pero a título de curiosidad os invito a leerlo (en el enlace a la web del Vaticano, vinculado arriba, podréis hacerlo), a ver si compartís la misma decepción que me produjo o sacáis algo válido.

Mirar adelante, para él, es abandonar la “crisis ética que amenaza al viejo continente”, consecuencia del “cansancio de la fe”, y mirar los grandes signos que nos anuncian la futura evangelización, como la “gozosa pasión por la fe” que experimentó en África (¿qué Africa?) y, sobre todo, en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. A comentar este acontecimiento dedica la mayor parte de su discurso a la cúspide de Roma, poniéndolo como ejemplo por haber conseguido despertar estas vivencias:

  1. Universalidad: “nos encontramos inmediatamente unidos, como una gran familia”
  2. Voluntariado: “alrededor de 20.000 jóvenes… hicieron posible el desarrollo ordenado de todo”
  3. Adoración: “intenso silencio a la presencia del Señor en el Santísimo Sacramento”.
  4. El sacramento de la penitencia: parece que alude a los confesionarios del retiro que nunca nos mostraron con colas de gente como antaño sucedía.

Lo curioso es que si se lee esta valoración de la JMJ, en la que centra su discurso, uno se queda atónito en que eso pueda ser la verdadera fe que él piensa aportar al mundo de hoy. Ni el partir el pan que enseñó Jesús ni el pecado estructural del mundo que el vino a denunciar y reparar tiene nada que ver con la piedad eucarítica y penitencial que a él le impresionó. Y los dos primeros valores son mucho más visibles en otros acontecimientos. Leed por favor lo que él dice sobre los dos primeros puntos, como si se tratase de un discurso comentando una olimpiada y veréis cómo la universalidad de la familia humana y el voluntariado desinteresado están más presentes en el espíritu olímpico que en cualquier evento que organice la ICAR. ¿Hacia dónde mira el papa y qué es lo que ve de la realidad? ¿Quién tiene peligro de convertirse hoy en día en estatua de sal por mirar atrás?

* * *

Pero como quería traeros hoy un mensaje navideño lleno de realidad (incluso africana), tomo prestado esta vez el que me ha enviado un gran amigo, mecánico jubilado, pensador autodidacta, antiguo militante de la JOC. Se llama Pascual Pont y esto es lo que ha enviado a sus amigos:



Cada año, por Navidad, la luz vence a las tinieblas; no es una victoria fácil ni cómoda, pues tiene que atravesar el frío del invierno.

La Primavera Árabe, como el 15M. fue una explosión de sentimientos reprimidos, un sueño que al despertar se descubre el largo camino que queda para derribar a la bestia instalada firmemente en el poder. La fotografía que nos llega de Egipto nos muestra un momento de ese largo y penoso recorrido.

Debajo del chador que llevaba, condicionada por el medio cultural que constituye su entorno y que forma parte sustancial de su ser, aparece una mujer joven, bella, pues su cuerpo tiene proporciones armónicas, y moderna, viviendo plenamente las esperanzas, ilusiones y exigencias de nuestro tiempo.

Una mujer desnudada, humillada, arrastrada, golpeada, por haberse atrevido a querer romper las cadenas que soportan las mujeres desde hace milenios, por haber unido su grito al de los pobres que sufren todas las formas de hambre y de sed.

Su sufrimiento está en la misma línea del que soportó aquel cuyo nacimiento ahora se conmemora con una borrachera de consumo.

No es ella, como no fue él, quienes provocaron ni ejercieron la violencia y el sufrimiento, pues lo que ambos buscaban era la paz y la justicia, el amor y la armonía entre todos los seres humanos y entre estos y la naturaleza.

Hay que persistir en esa búsqueda, descubrir y ensayar nuevos caminos para hacer realidad la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y llevarlos a la práctica, ejerciéndolos plenamente en nuestro pequeño círculo familiar, de amistad, vecinal, laboral, para degustar lo que podría ser un mundo justo y fraternal.

Es por esto que os deseo sinceramente una frugal y feliz navidad.

Pascual Pont

Atrio

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