Wednesday, March 28, 2012

La identidad cubana está vinculada a la devoción por la Virgen de la Caridad

El capellán del Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad, cerca de Santiago de Cuba, explica lo que esta devoción por la madre de Cristo significa para todos los cubanos

GERARD O' CONNELL
SANTIAGO DE CUBA

«El noventa y nueve por ciento de los cubanos es devoto de la Virgen de la Caridad, a pesar de que menos del 10 % de ellos es católico practicante», me dijo el padre Jorge Enrique Palma Arrué, capellán del santuario más famoso de la isla, en la víspera de la visita del papa Benedicto aquí.

Cuando me reuní con él en el santuario de El Cobre, aproximadamente a veinte minutos en coche desde Santiago de Cuba, el padre Jorge estaba muy feliz porque el Papa iba a estar presente en las celebraciones del cuarto centenario. «Es el primer papa que viene al santuario a orar ante la Virgen de la Caridad», dijo.

Cuando Juan Pablo II visitó Santiago de Cuba en 1998, no fue al santuario. En cambio, la venerada estatua fue llevada a la plaza Antonio Maceo y colocada en el altar cuando el Papa celebró la misa allí. El padre Jorge estuvo presente en ese momento, y fue quien le dio la corona al papa polaco, que luego la colocó sobre la cabeza de la Virgen.

También esta vez la estatua fue llevada desde la capilla y colocada en el altar cuando Benedicto XVI celebró la misa en esa misma plaza el 26 de marzo, pero fue devuelta esa misma tarde al santuario, de modo que, a la mañana siguiente, el Papa pudiera orar frente a la imagen sagrada que su predecesor, Benedicto XV, había declarado patrona de Cuba el 10 de mayo de 1916.

El papa Benedicto no es sino el más actual de una larga línea de peregrinos que han venido a orar ante la famosa estatua en los últimos 400 años, señaló el padre Jorge.

La devoción por la Virgen data del 1606, cuando tres pescadores locales hallaron la estatua de madera de 60 cm flotando en las aguas de la Bahía de Nipe, en la costa noroeste de esta hermosa isla caribeña. La estatua tenía las palabras «La Virgen de la Caridad» grabadas en la madera como identificación. Dos de los pescadores eran indios —Juan y Rodrigo de Hoyos—, y el tercero era un esclavo negro, Juan Moreno. Su historia está retratada en una serie de pinturas en el santuario.

Después del hallazgo, la imagen sagrada fue llevada a las minas de cobre de El Cobre y, en 1684, fue construido en las cercanías el primer santuario para albergar la estatua, santuario al que los peregrinos comenzaron a venir para orar ante la que desde el principio fue considerada una estatua milagrosa.

Muy pronto, la devoción por la Virgen pasó a estar íntimamente vinculada a importantes acontecimientos de la historia del pueblo de esta isla, que incluye a indios, africanos, españoles, haitianos y otros grupos étnicos.

«Ser cubano —“La Cubanía”— es ser devoto de la Virgen de la Caridad», dijo el padre Jorge. «Existe un sentimiento social, cultural y emotivo hacia esta devoción —explicó—, pero también hay un sentimiento religioso subyacente».

En 1886, Carlos Manuel de Céspedes, que peleó por la independencia de Cuba, rezó aquí por la libertad de este país. Y, el 12 de julio de 1898, se celebró una misa en este lugar para agradecer por el final de la dominación española de Cuba.

En los años cincuenta, muchos nacionalistas cubanos llevaban la imagen de la Virgen con cuando se unieron a Fidel Castro y al «Che» Guevara en las montañas de Sierra Maestra para pelear contra el dictador cubano, Fulgencio Batista, a quien lograron derrocar en 1959. Según se dice, la madre de Fidel y Raúl Castro habría dado a sus hijos pequeñas estatuas doradas de la Virgen pidiéndole que les diera la victoria a los rebeldes.

El padre Jorge dice que mucha gente viene al santuario para pedirle a la Virgen ayuda o incluso milagros, y a menudo dejan recordatorios de sus visitas. Algunos han dejado fotografías de niños fallecidos, otros han dejado sus credenciales de membresía al Partido Comunista. Ernest Hemingway vino aquí para ofrecer la medalla que le había sido otorgada cuando ganó el Premio Nobel de Literatura en 1954. Hay una fotografía de este momento en una vitrina de exhibición en el santuario.

Antes de 1996, cuenta el padre Jorge, 600 peregrinos y visitantes venían diariamente al santuario. Pero, ese año, las cantidades aumentaron significativamente después de que empezaran a llegar al santuario las listas de los nombres de los «balseros» (las personas que se escapaban de Cuba ilegalmente en bote para dirigirse hacia Estados Unidos). Muchos venían para ver si los nombres de sus seres queridos estaban en las listas y, por lo tanto, para confirmar que estaban vivos.


Hoy, explica el padre Jorge, 1000 visitantes y peregrinos vienen cada día al santuario, especialmente en agosto y septiembre, mientras que la cantidad se duplica o triplica los sábados y domingos.

El número de visitantes ha aumentado significativamente después de que una réplica de la estatua fuera llevada en procesión alrededor de 3000 km por la isla en preparación para la celebración de los 400 años de su hallazgo.

«Aquí vienen católicos, pero también personas de todas las religiones y de ninguna; hay, sobre todo, un elemento de sincretismo que se ve especialmente en los seguidores de la santería», dijo.

Mientras terminábamos nuestra conversación, una pareja santera, identificable por sus camisas amarillas, visitó el santuario. Me dijeron que habían venido desde La Habana para orar frente a la Virgen, porque son devotos de ella. «Me siento católico, aún cuando los católicos no me acepten», me dijo Adele Carrigo (45). Ella reconoce que la santería incluye una mezcla de lo religioso y lo pagano, elementos precristianos de África, y que los une con creencias católicas, pero considera que esto es algo positivo.

Ella y su esposo —Juan Cruz— fueron bautizados católicos, dijo, y lo primero que hicieron después de unirse a la santería fue visitar una iglesia católica. Adele estaba feliz por la visita del Papa al santuario, y dijo: «El papa Juan Pablo II trajo paz y muchas cosas buenas, y espero que el papa Benedicto también traiga cosas positivas, como una mayor unidad y reconciliación entre los cubanos».


Vatican Insider

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