Wednesday, April 25, 2012

«¿Insistir demasiado en la identidad cristiana? Que la Iglesia sea misionera»



Encuentro con el cardenal Georges Cottier por su cumpleaños número 90. El ex colaborador de Juan Pablo II habla del pontífice actual y de la herencia del Concilio

ANTOINE-MARIE IZOARDROMA
Encuentro con el cardenal Georges Cottier por su cumpleaños número 90. El ex colaborador de Juan Pablo II habla del pontífice actual y de la herencia del Concilio


El cardenal suizo Georges Cottier cumplirá 90 años el 25 de abril de 2012. Jubilado desde 2005, el ex teólogo y colaborador de Juan Pablo II todavía vive en el Vaticano. El dominico, que fue teólogo en la Casa Pontificia por 16 años, nos habla de los 7 años del Pontificado de Benedicto XVI, de la herencia del Concilio Vaticano II, de los Lefebvrianos y de la Nueva Evangelización, pero también de la eternidad.


Benedicto XVI acaba de festejar su séptimo aniversario como Pontífice: ¿qué puede decirnos sobre estos 7 años?

Hay que analizar el Pontificado de Benedicto XVI a la luz del Concilio. Uno de los momentos decisivos de su Pontificado, para indicar una “línea”, fue su discurso para felicitar a la Curia romana en 2005. Hay que buscar las claves de lectura del Concilio en esa ocasión. La proclamación del Año de la Fe también hay que verla en este sentido: es la continuación del Concilio. El Pontífice retoma, de hecho, la iniciativa de Pablo VI de 1967, que había proclamado un Año de la Fe. Y luego seguirá el Sínodo sobre la Nueva Evangelización. Nos encontramos plenamente en la intención original del Concilio. El deseo de Juan XXIII era hacer que el mensaje cristiano llegara a nuestros contemporáneos. El aspecto misionero es fundamental.


A veces se dice que Roma solo ofrece como instrumento para la Nueva Evangelización el “Catecismo de la Iglesia Católica”…

¡El catecismo existe para formar a los evangelizadores! Ellos deben poseer el mensaje que transmitirán. Es un instrumento maravilloso para conocer la fe. Roma dio el primer impulso, pero la evangelización no se dará en Roma, sino en la base, ¡en las diócesis!



Volviendo al Concilio Vaticano II. ¿La mano que ha tendido el Papa a los lefebvrianos puede representar una amenaza para las conquistas del último concilio?

No creo, puesto que el Papa (y la Congregación para la Doctrina de la Fe) ha sido muy claro al afirmar que no es posible renunciar al Concilio Vaticano II. Entre los deberes del sucesor de Pedro destaca la defensa de la unidad de la Iglesia, y una amenaza de ruptura no puede tomarse a la ligera. Debe hacer todo lo posible para llevar a cabo esta unión, siguiendo las ideas del Concilio, al que no se puede renunciar. Cualquier otro Papa, tal vez de forma diferente, habría hecho la misma cosa. Y no es incompatible con la Nueva Evangelización.


Existen movimientos “progresistas” que piden un esfuerzo de parte de Roma. ¿Es posible imaginar, por ejemplo, un gesto de apertura a la comunión de las personas divorciadas que se han vuelto a casar?

Estas corrientes no representan una amenaza de cisma. Se trata de cristianos que plantean problemas muy serios, y del que usted me habla, en particular, es muy doloroso. Es un problema pastoral que les importa mucho a todos los obispos, pero no es una amenaza contra la unidad. Además, no se habla, o se habla poco en los medios de comunicación, de todos estos grupos de anglicanos que entran a la Iglesia y a los que se les ofrece conservar algunos elementos de la liturgia anglicana. Esto demuestra que no existe ningún tipo de tensión litúrgica. ¡También se trata de un trabajo de unidad y es el mismo Papa el que debe hacer ambas cosas!



A la edad de 90 años, ¿que le diría a las nuevas generaciones de sacerdotes europeos o de laicos que son particularmente sensibles ante el tema de la identidad?

En una sociedad altamente insetable, los jovenes necesitan puntos de referencia. Les diría, esencialmente: ¡no hay que ser reticentes! Esta búsqueda identitaria puede conducir a un repliegue hacia sí mismo que no representa la verdadera identidad de la Iglesia, porque ella, por naturaleza, es misionera.


¿Qué siente, personalmente, al recordar su recorrido personal?

Doy gracias a Dios, pero también creo que debo hacer penitencia por todo lo que habría debido hacer y no hice o hice mal. A mi edad quedan pocos pasos que dar, por lo que pienso en la eternidad...


¡En el Cielo se encontrará con Juan Pablo II! ¿Qué le dirá?

¡Le diré: gracias! Nos han dado un gran Papa.

Vatican Insider

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