Thursday, April 26, 2012

Las monjas estadounidenses y el Vaticano: una crisis con pasado



La historia del “jalón de orejas” doctrinal de la Santa Sede a la LCWR comenzó en 1971, cuando las religiosas reescribieron sus estatutos

MARCO TOSATTIROMA


La Congregación para la Doctrina de la Fe pidó una profunda reforma de la Leadership Conference of Women Religious (LCWR), la organización que representa a la mayor parte de las órdenes religiosas femeninas en los Estados Unidos. La iniciativanació en la Congregación para la Doctrina de la Fe, que dirige el cardenal estadounidense William Levada, que tras una investigación concluyó que «la situación doctrinal y pastoral actual de la LCWR es grave, y una cuestión de gran preocupación». La Congregación para la Doctrina de la Fe concluye que una acción del Vaticano es necesaria para reformar el grupo. El arzobispo Peter Sartain de Seattle fue nombrado delegado vaticano para supervisar la reforma. Tendrá que ayudar a las religiosas de LCWR a revisar los estatutos del grupo, planificar los programas, revisar textos litúrgicos y volver a considerar la afiliación del grupo a otras organizaciones.

La declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que se basó en los resultados de la visita apostólica que llevó a cabo el obispo Leonard Blaire de Toledo, Ohio, identificó «serios problemas doctrinales relacionados con muchas personas en la vida consagrada». Muchas religiosas estadounidenses se han alejado, según la Congregación para la Doctrina de la Fe, «del centro cristológico fundamental». Entre las acusaciones más relevantes destaca la de haber desafiado las enseñanzas de la Iglesia sobre temas como la homosexualidad y el sacerdocio, y de haber promovido «temas feministas radicales incompatibles con la fe católica». Además, se indica que la organización ha hecho declaraciones públicas que contradicen o que «desafían a los obispos, que son los verdaderos enseñantes de fe y de moralen la Iglesia». Los obispos estadounidenses critican algunos aspectos de la reforma sanitaria de Obama, pero decenas de monjas hfirmaron un documento de apoyo, que ofreció una «cobertura» católica a la Casa Blanca. La LCWR sostiene que cuenta con 1500 miembros, que representan al 80% de las religiosas de los Estados Unidos.


En realidad se trata de una crisis cuyas raíces son profundas. «Después de haber estudiado el argumento durante muchos años, creo que está madurando desde hace 40 años», declaró Ann Carey, autora de “Sisters in crisis: the tragic Uraveling of Women religious communities”. Desde 1971, cuando la LCRW modificó sus estatutos, las relaciones con el Vaticano han sido tormentosas. «El Vaticano ha sido paciente, tratando de ofrecer a las monjas líneas guía para modificar la dirección que estaban tomando, y ellas opusieron resistencia». Los cambios fueron tan drásticos que una parte de las monjas abandonaron la LCRW y crearon un grupo alternativo, conocido como Consejo de las Superioras Mayores de las Religiosas (CMSWR). Pero (y probablemente esta es una de las tantas razones que provocaron la reacción de la Santa Sede y en particular de la Congregación para la Doctrina de la Fe) mientras parece que en esta la vida religiosa sea mucho más “suave”, es justamente en esta minoría en donde se registra el mayor número de vocaciones. En efecto, el número de las religiosas ha disminuido notablemente en los Estados Unidos: de las 179.954 que había en 1965 a las 55.000 de hoy.

Después de una primera reacción, las religiosas del LCRW se dicen abiertas, cautelosamente, al diálogo con la comisión de obispos estadounidenses nombrada por Roma. «Nos comprometeremos con el diálogo, en la medida de lo posible estaremos abiertas al movimiento del Espíritu Santo. Pedimos oraciones para nosotras y para la Iglesia en este momento crítico», se lee en una declaración. Mons. Sartain, que dirigirá la reforma, también dijo estar comprometido y querer «ayudar a las monjas de la LCRW a reconocer que estamos todos juntos en esta tarea», y añadió que aprecia «el papel de las religiosas de los Estados Unidos» y «todas las cosas extraordinarias que han hecho». Sartain está buscando una vía diplomática. Otros, en cambio, son más duros. Como el cardenal Raymond Leo Burke, que dirige el supremo tribunal vaticano; hace tiempo denunció «la pública y obstinada traición de la vida religiosa por parte de algunas monjas».

Vatican Insider

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