Sunday, June 24, 2012

Homilía por José María Martín, OSA: UNA MISIÓN HERMOSA: ANUNCIAR LA MISERICORDIA



UNA MISIÓN HERMOSA: ANUNCIAR LA MISERICORDIA

Por José María Martín, OSA

1. - El que prepara el camino. Cuando recordamos a un personaje importante en la historia de la salvación se suele celebrar el día de su muerte. En algún caso celebramos su nacimiento a una nueva vida espiritual --conversión--, como es el caso de San Pablo, o San Agustín. Sólo en el caso de Juan "el Bautista" celebramos su llegada a este mundo. Al celebrar la natividad de San Juan Bautista, coincidiendo con el solsticio de verano, la Iglesia quiere subrayar la trascendencia del "Precursor" en la preparación del "camino de Señor".


2. - Anuncia la conversión. En las lecturas de hoy recorremos diversos episodios de esta persona singular: nacimiento, circuncisión, imposición del nombre, manifestación a todos sus familiares y vecinos, en el evangelio; comienzo y desenlace de su misión, en el discurso de Pablo en los Hechos de los Apóstoles. Cada momento de su vida es una enseñanza de cómo Dios actúa en favor del hombre. Nacido de una gran misericordia en una mujer estéril, es circuncidado para destacar su conexión con el pueblo elegido --será el último profeta del Antiguo Testamento--. El nombre personal que recibe tiene una gran importancia por el hecho de que es Dios mismo el que lo atribuye: fue así en el caso de Jesús y en el de Juan Bautista. También Jesús atribuyó a Pedro su nombre: "Simón, tú te llamarás Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Dar un nombre es, por tanto, dar una vocación, una misión y los dones adecuados para desempeñarla. Juan significa "Dios tiene misericordia". Su misión será anunciar un bautismo de conversión.


3.- ¿Qué va a ser de este niño? Es la pregunta que todos se hacen cuando un nuevo ser humano viene a este mundo. Sus padres, en especial la madre, enseguida se prestan a imaginar la vida futura de su hijo. Es posible que le imaginen ocupando un cargo importante, tal vez ministro. Hay algo que el evangelista deja bien claro: "la mano de Dios estaba con él". Retirarse al desierto puede parecer la evidencia de un fracaso de una huida. Pero no. Juan no huye por miedo, sino porque quiere prepararse para su misión, "ser el Precursor". Muchas personas reciben la misión de "ser camino", de preparar a los demás para que se realicen como personas. Puede parecernos que su labor es insignificante, pero las personas más importantes de nuestras vidas son aquellas que, calladamente, sin protagonismos, nos han ido ayudando en nuestro crecimiento como personas o como creyentes: nuestros padres, nuestros maestros, nuestros catequistas... ¡Qué misión tan hermosa la de ayudar a otros a descubrir la inmensidad de la bondad de Dios! Así fue Juan "el Bautista" el anunciador de "la misericordia de Dios".

Betania

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