Tuesday, November 27, 2012

Jaime Garralda: "Si te quieren los pobres, están con Dios"



El jesuita y María Matas, responsables de la Fundación Horizontes Abiertos


"La gente sigue creyendo que la droga es vicio, 

pero la droga es una enfermedad"


(Jesús Bastante).- María Matas es la presidenta, y Jaime Garralda el presidente de honor de la Fundación Horizontes Abiertos, que trabaja principalmente con drogadictos y presos, "exactamente los mismos marginados de hace 20 siglos", como dice Jaime.
"Hablamos de los niños primero para que la gente se conmueva, porque si hablas de los marginados, ni te escuchan", explica María, que se declara católica y creyente.
Para Jaime existe una consigna clarísima: "si te quieren los pobres, están con Dios". 
Los pobres, "los parias", y especialmente los marginados, a los que no quiere nadie: "La gente sigue creyendo que la droga es vicio, pero la droga es una enfermedad", critica Jaime. Y al hablar de los drogodependientes a los que atiende la Fundación Padre Garralda, se llena de alegría: "Precisamente porque no les quiere nadie, son maravillosamente cariñosos".
¿Lleváis ya más de 30 años trabajando?
M- Sí, 32. Yo ahora soy la presidenta, pero la esencia de todo es el fundador, el padre Garralda. Hace como 7 años, estando en la plenitud de sus facultades, él, que era la persona más carismática y que se lo merece todo, pidió que me nombraran a mí presidenta para que nuestra fundación perdurara. Así que soy presidenta, pero bueno, mi talante y mi corazón es de voluntaria de la Fundación.Somos unos 800 y pico voluntarios, y tenemos un patronato con el nombre del padre Garralda. Estamos fundamentalmente en Madrid, y también en otras partes de España donde hay cárceles, centros penitenciarios. Tenemos muchas ganas de hacer, y en estos momentos duros de recortes y reajustes, trabajamos más que nunca.
¿Es más necesario ahora, con la crisis, el trabajo con niños, mujeres, drogodependientes, presos...?
M- Sí. A los presos los ayudamos tanto mientras están en prisión como a la salida.También tenemos muchos hogares de madres con niños, en régimen abierto de condena. Tenemos convenios con instituciones penitenciarias, así que por la noche hay funcionarias y por el día estamos nosotros. Hay una casa con 12 madres y 14 bebés, que es una unidad dependiente, es decir, que depende de un centro penitenciario donde las madres terminan de cumplir su condena. Lo que queremos es normalizar la situación de los niños, que estén en distintas guarderías como cualquier niñito libre. También hay otros hogares de madres que ya han cumplido su condena. Porque lo que queremos es, como dice nuestro nombre, abrirles el horizonte. Hay que tener en cuenta que son gente que ha tenido la mala suerte de entrar en prisión, y que por tanto sus niños han pasado sus primeros años de vida en un régimen nada adecuado. Los expertos dicen que la personalidad del ser humano se forja precisamente en esos primeros años de vida, que es cuando esos niñitos están en prisión. También hemos conseguido que haya ya muchos niños fuera de los centros penitenciarios, en lo que se llama unidades de madres. La más grande de España está en Madrid y se llama Unidad de Madres Jaime Garralda. 
Vamos consiguiendo cosas poco a poco, en bien de los marginados, que son personas con toda su dignidad a las que queremos ayudar. Jesús nos dijo aquello de "estuve preso y me visitaste, fui peregrino y me acogiste...". Esa ilusión es lo que tenemos.
¿Por qué se caracteriza vuestra Fundación?
J- Lo que subrayamos mucho en nuestro trabajo es que no somos los buenos que ayudamos a los malos. Todos nos necesitamos. Todos somos del mismo barro. Nuestro carisma es muy de familia, de proximidad. Así surgen ideas. Por ejemplo, hace años, encontramos en Soto del Real a un chico al que habían metido en la cárcel por una tontería de juergas. Él estaba en la mitad de la carrera universitaria, y quisimos ver si podía estudiar ahí dentro. De ahí surgió un hogar para estudiar, y hoy en día hay más de mil presos que están estudiando carreras universitarias.
¿Que lo niños pasen en la cárcel los tres primeros años de vida está establecido por ley?
J- Sí. Antes era hasta los 6. Pero sigue siendo un crimen brutal, castigar a un niño a eso. De ahí surgieron las unidades de madres. Otra cosa que me parece interesantes el trabajo que se está haciendo por convertir los centros penitenciarios en centros terapéuticos.
¿Para conseguir una reinserción real?
J- Claro. Es que en España todas las instituciones públicas son para ayudar (el hospital, la universidad...) menos la cárcel, que es para castigar. Ahora con la crisis, hasta los países tercermundistas nos están pasando en todo, menos en 2 cosas: en deporte, y en cárceles. En cárceles vamos a la cabeza.
¿Qué tiene que decir sobre la pena de cadena perpetua revisable, que parece que quiere implantar este gobierno?
J- En realidad, nadie a quien le condenen a 30 años va a cumplir 30 años. Es una cuestión más bien teórica que toca a poca gente. Les corresponderá a unas 15 o 20 personas, mientras en la cárcel hay 60 mil. Pasa igual con la gente de ETA: es un problema brutal que nos está enturbiando las cárceles, pero son pocos. Son 800 sobre esos 60 mil. Son una minoría. A la cárcel van los parias. El gordo de la droga no pisa la cárcel, y si la pisa sale antes. Quienes entran son los pobres choricillos, los macarrillas, los que se pelearon... Asesinos hay cinco.
¿Es posible la reinserción hoy en las cárceles españolas?
J- Hay un método que inventó el director de una prisión que consiste en dar responsabilidades al preso. La responsabilidad es la que cura, no las medicinas. En general, entras en la cárcel por poca responsabilidad. En la cárcel te vigilan, es decir, te niegan la capacidad de responsabilidad, y entonces te quitan personalidad. 
En Asturias estuvimos visitando María y yo la iniciativa de unos funcionarios que estaban ayudando a los presos a salir de la droga. Uno de ellos llevaba la camisa azul, el uniforme, y nos dijo que ahora podía llevarlo con orgullo. Porque ahora ellos están ayudando a los más maltratados de la sociedad. Así que vamos en camino. 
Ahora hay muchos presos que están trabajando y perciben un sueldo, y eso es muy importante porque normalmente lo que más hace sufrir a los presos es que su familia está pasando hambre. No estamos en lo óptimo, pero se está haciendo un cambio serio. 
España está a la cabeza de los países de la OSCE en su tratamiento de la población reclusa. Los funcionarios bestias torturadores son mitos del pasado.
M- Yo también pienso que es posible la rehabilitación. Nosotros gestionamos una comunidad terapéutica con el Ayuntamiento de Madrid, y también un centro de rehabilitación de drogodependientes con la Comunidad de Madrid. Los drogodependientes son enfermos que tienen derecho a tratamiento médico. Con medicinas, cariño, deporte y responsabilidad, vamos consiguiendo grandes logros. Es impresionante cómo cambian y cómo mejoran los drogodependientes.
Los toxicómanos que tenemos nosotros están libremente una serie de meses porque han decidido que quieren recuperarse, que quieren recuperar a sus seres queridos, volver a la vida. Ya no son los drogodependientes de hace años. Son personas que piden ayuda porque la quieren de verdad. Reconocen que están enfermos y reconocen que solos no pueden.
Yo admiro mucho la lucha interior que tienen, y el esfuerzo sobrehumano que hacen para cambiar de vida. Merecen mucho respeto.

J- Hace poco, cenando con unos de nuestros drogodependientes, uno de ellos preguntaba por un curso que quería hacer. Quería aprender. Le dije: "Vas por buen camino, tú ya has salido de la droga".
Yo, si sintiera algún peligro en el mundo, me iría con ellos. No hay personas que me quieran más que ellos, porque están apaleados por todo el mundo. La gente no les comprende. La gente sigue creyendo que la droga es vicio, pero la droga es una enfermedad. La sociedad es cruel con los pobres y con los marginados. 
Nosotros no queremos hacer como en los colegios, "asociaciones de antiguos alumnos", porque pensamos que todo lo que sea hacerles recordar esto, es hacerles daño. Pero sí que hay muchos que, al terminar su tiempo con nosotros, quieren ser voluntarios o colaboradores. Como no les quiere nadie, son maravillosamente cariñosos. 
Hace poco vino a vernos, en Vallecas, un hombre que llevaba 8 años durmiendo en una acera. 8 años, día y noche, en la misma acera. Llegó a casa, le dimos un abarazo, y ya está trabajando.
¿Cuál es el lema de vuestra Fundación?
M- "Ni un niño en la cárcel". Cuando hablamos de los más marginados, la gente muchas veces ni nos escucha. Por eso ponemos a los niños de mascarón de proa, porque ante un niño la gente se conmueve. Nosotros trabajamos con unos 300 niños en toda España. Pensamos que es injusto que estos niños tengan estigmas por haber pasado sus primeros años de vida en prisión. Queremos que el día de mañana sean ciudadanos totalmente libres.
J- La otra mitad de nuestro lema es "Ni un preso sin esperanza". No se puede aceptar que haya gente sin esperanza. Es una canallada. Por eso tenemos planes y alegría. Queremos que los presos se curen.
¿Depende mucho todo esto del lugar donde caigas, donde tu toque vivir?
M- Yo estoy convencida de que si me hubieran tocado vivir las circunstancias de cualquiera de nuestros presos, estaría igual que ellos. Por eso hay que tener esperanza. Y yo, como presidenta de la Fundación Padre Garralda Horizontes Abiertos, tengo una responsabilidad que me encanta y me apasiona, porque mucha gente depende de cómo hagamos las cosas. Y a mí me gusta hacer por todos nuestros drogodependientes, todos nuestros niñitos, todas las madres de los niños, los homeless, los inmigrantes, lo que me gustaría que ellos hicieran por mí si yo estuviera en su situación. Precisamente porque yo he tenido unos padres maravillosos y nunca me ha faltado de nada, y porque tengo un marido, hijos y nietos maravillosos, pienso que Dios me ha puesto en este mundo para que me preocupe por los que están en inferioridad de condiciones.
J- Hay muchos católicos "a la antigua" a los que les entra la angustia de si se salvarán o no, si se han confesado o no... Yo tengo una consigna clarísima: si te quieren los pobres, están con Dios. No tiene que ver con ir a misa o no. Es evidente.
Jaime, ¿cómo se te ocurrió fundar Horizontes Abiertos?
A mí no se me ha ocurrido nada. Yo he andado por la vida como una maleta, medio llevado. A mí me mandaron a América por un error, y cuando volví de mi América querida razoné: soy cristiano, soy jesuita, luego tengo que ir a los pobres. ¿Y dónde están aquí los pobres? Por el Pozo del tío Raimundo. Allá me fui, y estando allí me di cuenta de que había gente más pobre aún: los marginados. El drogadicto que, por ley de la droga, acaba en la cárcel. Es decir, se convierte en preso. En la cárcel coge sida: se convierte en sidoso. Al salir no tiene techo: se convierte en sin techo. Se vuelve loco: se convierte en demente. Esos son los marginados. El Evangelio hablaba de la lepra como la enfermedad de la época que producía rechazo social. Ahora tenemos la droga y el SIDA. Los presos, los que están desnudos de vivienda, los inmigrantes... Exactamente los mismos marginados de hace 20 siglos son los que tenemos ahora.
¿El mayor problema de la crisis actual son, quizá, los desahucios?

J- La gente a la que desahucian es pobre. No tienen un duro, están jorobados. Pero no están mal vistos. El barrio entero está con el desahuciado. En cambio, el barrio entero está contra el drogata. No es lo mismo ser pobre que ser rechazado y separado. 
Voy a decir una burrada, pero creo que es verdad: los jueces no buscan la justicia. Buscan que se cumplan las leyes. Hace falta una legislación justa, por ejemplo, para echar a los políticos corruptos.
¿Vas a las manifestaciones de los indignados?
J- No. Yo estoy indignado con los indignados. Yo creo en la democracia y en la lucha política normal. Lo demás son momentos de crispación. Lo primordial debería ser hacer ver a la "gente normal" que está en deuda con los marginados. Cuando se habla del "cáncer de la sociedad" suele olvidarse que ese cáncer lo hemos hecho entre todos.
M- Por eso queremos pedir voluntarios. Nosotros admitimos voluntarios de todas las ideologías. Nosotros somos cristianos, católicos, y los miembros del patronato de la Fundación somos todos muy creyentes, pero también tenemos voluntarios que no son creyentes. Mientras vengan a dar la mano al que sufre, y a servir a los más necesitados de la sociedad, por las motivaciones que sean, serán bienvenidos. Yo lo hago por Dios, lo tengo clarísimo. Pero hay gente que lo hace por solidaridad, por sentimientos humanos, por justicia... Mientras el motor sea ayudar a los más necesitados, bienvenidos sean.
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Hablamos de los niños primero para que la gente se conmueva, porque si hablas de los marginados, ni te escuchan 
Precisamente porque nunca me ha faltado de nada, pienso que Dios me ha puesto en este mundo para que me preocupe por los que están en inferioridad de condiciones

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