Saturday, March 30, 2013

Las llaves de la confianza del Santo Sepulcro


Para entrar diariamente al escenario de la crucifixión y muerte de Jesús, es imprescindible recurrir a los ya tradicionales servicios de dos familias musulmanas, que desde hace siglos comparten la responsabilidad



Estos días, cuando los ojos del mundo cristiano todo estaban puestos en Jerusalén, un hecho, que podría parecer ilógico, era pieza esencial en la dinámica que hizo posible los rezos de Semana Santa: para poder entrar diariamente al Santo Sepulcro, escenario de lacrucifixión y muerte de Jesús, era imprescindible recurrir a los ya tradicionales servicios de dos familias musulmanas que desde hace siglos comparten la responsabilidad en el lugar.
Ello se remonta a 1191, cuando Saladino, previo acuerdo con Ricardo Corazón de León, encomendó a la familia Nuseibeh las llaves del sitio más sagrado para el Cristianismo. Unos siglos después, también la familia Judeh fue incorporada a dicho rol al dársele la responsabilidad de la guardia nocturna del lugar... Hoy, más de 800 años más tarde, ambas familias siguen cumpliendo sus respectivos deberes como una misión que pasa de generación en generación.

Pero de la llave se encargan sólo los Nuseibeh y en la actualidad, el responsable es Wajeeh Nuseibeh, quien heredó el cargo de su padre y quisiera que cuando él ya no pueda cumplirlo, lo desempeñe uno de sus hijos, algo por ahora incierto.
No es poca cosa este rol, inclusive para una familia como la Nuseibeh, que sostiene haber recibido las llaves de Jerusalén de manos del califa Omar hace ya mil 400 años. Y cuando de fondo hay una situación de complejas tensiones y recelos por el control interno en el santuario entre las distintas comunidades cristianas que lo manejan, la ceremoniosa apertura diaria del Santo Sepulcro por parte de un musulmán puede que sea un antiguo invento que hoy tiene sabias connotaciones.
La puja por el control, la división de jurisdicciones entre los ortodoxos griegos (que tienen la mayor parte), los franciscanos y los armenios, ha desembocado en más de una ocasión en peleas a golpes entre los monjes. Nuseibeh intenta ayudar a calmar las tensiones que presenta como "problemas entre hermanos", afirmando que se siente a veces como "de las Naciones Unidas". Lo delicado del así llamado 'status quo' es lo que garantiza que esta tradición se perpetúe y que nadie haya intentado seriamente quitar a los Nuseibeh el rol que desempeñan.
Las peleas y golpes son ejemplos extremos y relativamente esporádicos de una problemática interna que en la rutina diaria no se manifiesta comúnmente con violencia. En la dinámica de todos los días, la preocupación de Nuseibeh es que alguna vez, cuando miles están esperando por entrar a la Basílica, se le rompa la llave o por algún problema no logre abrir el santuario.
Pero por ahora, no ha tenido que lidiar con situaciones incómodas como esa. Cada madrugada, al llegar, toca la puerta, el guardián de la noche le pasa por una pequeña abertura rectangular una sencilla pero ya famosa escalerilla, a la que se sube para alcanzar el punto de la enorme puerta en la que debe colocar la llave tan poco común que su familia custodia desde hace cientos de años.
Otro día de oración comienza en el Santo Sepulcro y Wajeeh retorna a la noche para cerrarlo... hasta que vuelva por la mañana en una interminable secuencia que se transmite de generación en generación.
El Universal

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