Sunday, March 03, 2013

¡NO PERDAMOS MÁS EL TIEMPO! por Ángel Gómez Escorial



 ¡NO PERDAMOS MÁS EL TIEMPO!

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Lo primero que se me ocurre es hablar del Vaticano. En estos días nos acercamos a esas fechas fundamentales en que se comenzará el cónclave y, por tanto, la elección del nuevo Papa. No hemos de hurtar nuestras oraciones con este fin. Hemos de rezar muy especialmente al Espíritu Santo para que ayude a la Iglesia a realizar su camino y así dar constantemente gloria a Dios y pedir paz y progreso para los hermanos. Tal vez, este planteamiento debería haberlo hecho al final de la homilía pero es que, sin duda, todos los ojos de la cristiandad están pendientes de lo que vaya ocurriendo ese minúsculo Estado de la península italiana que el Vaticano. Siempre la elección de un nuevo Papa será algo importante, que nos interesa y afecta a todos.


2.- Y en fin, vayamos a lo que nos toca hoy. Estamos ya a la mitad de la Cuaresma. Este Tercer Domingo así nos lo indica. Lo importante es que, todos, evaluemos si estamos aprovechando este tiempo tan importante. Jesús nos los va a recordar especialmente hoy. Bien podría ser que en el ya, un poco lejano, Miércoles de Ceniza tuviéramos en nuestro corazón unos propósitos, de cambio y mejora, de conversión en definitiva, que la urgencia de lo cotidiano o la inercia de nuestras propias costumbres nos hubieran impedido aplicar. Eso pasa. No siempre los propósitos se incumplen por grave desidia o abandono. Muchas veces existe una imposibilidad que parece razonable… pero lo sea o no, nuestra obligación es dar el salto y ponemos a trabajar de acuerdo con esos buenos propósitos. Y bueno será que no agotemos el tiempo de conversión…


2.- Jesús de Nazaret nos relata, según el Evangelio de San Lucas, la parábola de la higuera estéril que acabamos de escuchar. El propietario del terreno está harto de la que higuera no dé frutos y que, además, ocupe un terreno que plantado con otra cosa, podría ser rentable. Su planteamiento de desplantar el arbusto tan perezoso e inútil es más que razonable. Pero el viñador, el empleado, el trabajador, que ha empleado muchas horas y mucho cariño en cultivar y mantener viva la higuera pide más tiempo. Ciertamente, no es un subterfugio por parte del viñador, ni tampoco una excusa. Hay plantas que tardan en dar fruto, por razones diversas. El mismo viñador admite que se le dé un plazo de un año más y que, si no llega el fruto, pues que sea arrancada. ¿No ocurre un poco algo parecido con nosotros? ¿No tiene un límite nuestra pereza o desidia? Pues es así; pero, en realidad, el ejemplo que Jesús quiere dar a los discípulos es otro: es avisarles de que todavía queda tiempo para el cambio y la conversión. Y, obviamente, parece que el trasfondo de la parábola enlaza perfectamente con lo que decíamos al principio: estamos a la mitad de un camino y todavía tenemos plazo para mejorar nuestra trayectoria. Es el mejor momento para incidir en el necesario cambio. ¿Qué nos está diciendo Jesús de Nazaret? Pues que ha llegado el momento de rectificar, de arrepentirnos de los errores anteriores y de comenzar una nueva vida.


3.- La experiencia de muchos creyentes que se han convertido les indica que ello ha sido como una liberación, que han abandonado la esclavitud real que les imponía su proximidad al pecado. Y es que la cercanía de Dios siempre libera. Así lo entiende Moisés y así se lo dice Dios Padre en ese encuentro tan singular que nos narra el libro del Éxodo que hemos escuchado como primera lectura. La esclavitud de Egipto, sufrida por el pueblo de Israel, solo tiene un destino cósmico: una liberación total de un yugo, nunca deseado por Dios y acontecido por los errores colectivos de ese pueblo que un día se consideró como elegido del Señor, pero abandonó su camino. Pero la esclavitud había vuelto al ámbito del pueblo elegido. En realidad, ese pueblo, querido y mimado, por el Padre, había caído en una esclavitud mucho más fuerte y dolorosa: la de la mentira. Porque mentira era el entramado de la religión oficial en tiempos de Jesús de Nazaret. Y mentira torpe y durísima iba a ser el argumento principal de la condena a muerte del Hijo del Hombre. Y Jesús se alza con otro acto de liberación para todo el pueblo, de entonces y de ahora, y este ya definitivo. Jesús nos trae la liberación del alma, de la conciencia, del amor, de la justicia: nos hace libres.

Betania

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