Wednesday, May 22, 2013

Francisco beatificará al primer mártir de la mafia. ¿Es eso posible?



¿Puede ser canonizado alguien como mártir por haberse opuesto a la mafia? Hasta ahora, la Iglesia consideraba mártir sólo al que perdía su vida en defensa de la fe cristiana.
El papa Francisco, sábado próximo, quebrando un tabú milenario del catolicismo, beatificará al sacerdote Pino Puglisi, que en 1993, el día que cumplía 56 años, fue asesinado a tiros por la mafia, al llegar a su casa en Palermo (Sicilia)
Durante años, la comunidad cristiana había luchado en vano para que el Vaticano considerase mártir al sacerdote asesinado. Se oponía, como un muro, el clásico concepto de martirio católico.
Fue el papa Benedicto XVI quién autorizó la apertura del proceso de beatificación del padre Pino, y el papa Francisco ha querido ganar el tiempo que el Vaticano había perdido, y ha acelerado el proceso de beatificación, así como lo ha hecho con otro mártir polémico, con Monseñor Oscar Romero, asesinado por los escuadrones derechistas en El Salvador por defender a los pobres.
El caso del sacerdote palermitano es emblemático. Fue asesinado por el trabajo que realizaba en el barrio de Palermo apellidado “tierra de nadie” en la zona del Brancaccio, territorio del famoso clan mafioso de los hermanos Graviano.
Recuerdo que una vez que recorrí aquel lugar acompañado por el alcalde de la ciudad, para hacer un reportaje para este diario, nos llevaron en coche blindado.
El padre Pino dedicó su pasión por la educación de los jóvenes trabajando con los niños abandonados en la calle de aquel barrio maldito. ?Para atraerlos a la Iglesia y llevarlos a aprender el catecismo? No, para arrancarlos sencillamente de las garras de la mafia que hacía de ellos el caldo de cultivo de las nuevas generaciones de mafiosos.
El sacerdote trataba de convencerles, primero a ellos y después a sus padres, que a la vida se le podía dar otro sentido sin ser esclavos de mafiosos.
Llegó a visitar a las familias de los mafiosos para tratar de hacerles comprender que ellos estaban contribuyendo a un futuro lúgubre de sus hijos


Cardenal Salvatore Pappalardo
Al entonces arzobispo de Palermo, Mons.Salvatore Pappalardo, le pareció demasiado “laica” la misión social de su sacerdote y le pidió “prudencia”. La Iglesia en Palermo nunca se había enfrentado con la mafia. Apoyaba a la entonces Democracia Cristiana que había pactado con la mafia para seguir en el poder.
El padre Pino no sólo llevaba adelante su labor personal de alejar a los jóvenes del dragón mafioso, sino que se atrevió a criticar a la misma Iglesia por sus presuntas connivencias con las familias mafiosas y por limitarse, en su misión evangelizadora, a realizar sus ritos religiosos que no molestaban a la mafia.
Que un sacerdote, como Pino, se atreviera a organizar una marcha en defensa de los “valores democráticos” en el cuartel de la mafia, era visto como anómalo por la Iglesia y como subversivo por la mafia.

Y aquella mafia, llegó un día en que no soportó más a aquel cura atípico que en vez de hablar del Evangelio a sus fieles llegó a gritar desde el púlpito de su parroquia a los caciques mafiosos que sembraban de sangre la ciudad: “!No sois hombres; sois bestias”.

No sólo lo asesinaron sino que confesaron el crimen. En el proceso, la Iglesia “por prudencia”, se dijo entonces, no quiso ser testigo contra el sacerdote asesinado.
Sus asesinos contaron que en el momento de dispararle a la nuca, padre Tino “les sonrió” y se limitó a decir “me lo esperaba”. No tuvo tiempo para hablar más.
Augusto Cavadi, filósofo y teólogo siciliano, experto y crítico de las relaciones de la Iglesia y la mafia, autor de libros como El Dios de la mafia, había siempre criticado al Vaticano por retardar la beatificación del padre Puglisi.
Hoy ha afirmado que la beatificación por el papa Francisco, del sacerdote Pino como “mártir de la mafia”, supone el reconocimiento de que para un sacerdote o para un cristiano “el empeño por la libertad y la justicia en el territorio en el que actúa, constituya un elemento constitutivo, irrenunciable del Evangelio y no algo opcional, o peor aún una desviación de su misión”, como afirmaba la parte de la Iglesia que se oponía a considerar mártir al sacerdote.
El papa Francisco, el sábado, sellará con su autoridad la discusión.
Es un gesto más de los suyos, con el que junto a la activación del proceso de Monseñor Romero, parado en el Vaticano durante 18 años, va acostumbrando a la Iglesia.
Considerar mártir del Evangelio a un cura que lo que hizo fue sobretodo enfrentar el poder de la mafia para defender a los niños indefensos frente aquel poder, abre caminos nuevos y revolucionarios en la Iglesia.
Un gesto, que ciertamente a la mafia no le va a gustar ni va a olvidar, como no lo olvidará aquella parte de la Iglesia siciliana acostumbrada a ir del brazo del dragón de Cosa Nostra, cuyos miembros han sido siempre fieles asistentes a los ritos de la Iglesia. Si eran oficiados por el cardenal de Palermo, mejor aún.
Quienes sí van a celebrar el coraje de papa Francisco van a ser los miles de cristianos socilianos, tantas veces amenazados y perseguidos, a veces hasta por la Iglesia, por oponerse al poder mafioso en nombre del Evangelio de la libertad y de la verdad.
Juan Arias
Vientos del Brasil
El País


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