Thursday, May 23, 2013

Los (y las) trabajadores textiles, ayer y hoy



Recientemente, el gobierno peruano ha recibido cartas de empresas y sindicatos transnacionales criticando las condiciones de trabajo en nuestra industria textil, y especialmente el régimen laboral que permite la contratación por periodos cortos y sin derecho a la sindicalización.  
Voceros del gobierno y empresarios del sector argumentan que esta flexibilidad es necesaria para mantener la competitividad y seguir generando empleo.  Critican a estos actores transnacionales por su hipocresía, por ejemplo, cuando gocen de regímenes similares en EEUU, o hacen negocios en Bangladesh.  Tales extranjernos no tienen por qué darnos lecciones en derechos laborales, dijo en El Comercio (FRENTE A FRENTE.PDF) el gerente general de la empresa Kisco​, "sin conocer nuestra historia".  
Bueno, es precisamente esta historia que me trajo al Perú por primera vez, para participar en un proyecto de investigación sobre la historia social de Lima a inicios del siglo XX.  Fue una iniciativa del historiador Steve Stein, entonces de SUNY - Stony Brook, y mi tarea consistía en indagar sobre los textiles, un reducido grupo de hombres y mujeres que tuvo un gran papel en el movimiento sindical peruano.  Entre 1981 y 1982 realice entrevistas con ex trabajadores de las fábricas textiles de La Victoria, Rímac y Vitarte, además de revisar archivos y recopilar recuerdos de sus familiares.   Por nostalgia, y por fines comparativos, comparto aquí un resumen del trabajo (Textiles en Lima.pdf), publicado en 1995 en una colección editada por Aldo Panfichi H. y Felipe Portocarrero S., Mundos Interiores: Lima 1850-1950​ (Lima: CIUP).
Entre 1900 y 1930, los obreros textiles llegaron a constituir el 14% de la PEA de Lima (4,880 personas aproximadamente).  Familias enteras trabajaban en las fábricas, donde las mujeres llegaron a ser hasta el 60 % de la fuerza laboral y el empleo de menores era generalizado.   Aunque los trabajadores eran mayormente mestizos y costeños, todos eran “cholos” para los gerentes blancos y extranjeros, cuyo trato con ellos variaba entre el paternalismo bonachón y la explotación descarada.  
Los textiles entonces tenían un sistema de pago a destajo y con jornadas laborales de hasta 16 horas.  Aunque las fábricas eran modernas por su tiempo, la salud de los trabajadores estaba amenazada por el constante ruido de las maquinas, el polvo y la fría humedad.  Pero en estas condiciones los textiles lograron formar una fuerte organización sindical, que con huelgas y protestas conquistó la jornada de las ocho horas para todos los obreros peruanos – en 1918 -- y otros derechos laborales fundamentales.  
Un siglo después, la industria textil en Perú es mucho más grande, diversa y globalizada. Hoy la cara del sector es Gamarra, y no la W. R. Grace.  Según diversas fuentes, hoy abarca mas de 180,000 trabajadores, con una tasa de sindicalización de apenas 5% y negociación colectiva casi inexistente.  Aparentemente, la mayoría hoy labora más de ocho horas, su pago sigue siendo por destajo, y hay bastante insatisfacción con el trabajo.  Sin embargo, encuestas y testimonios indican que muchos  – comoéstas tres mujeres​ -- temen ser despedidos si forman un sindicato. 
El Perú no es Bangladesh, es cierto.  Pero hay mucho por hacer.  Sino veamos que nos dice la historia de ayer y hoy

Actualización:  En El Comercio hoy (21-5-13) el Presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) dice que hay 411,000 trabajadores en el sector textil y confecciones, de los cuales 99,000 (24%) tendrán contratos laborales y 78,000 de ellos estarán en el Régimen de Contrataciones de Exportación no Tradicional, objetado por las mencionadas marcas y el sindicato internacional INdustriaALL Global Union.  Esto significaría que la situación del otro 76% sería peor. 
En Caretas esta semana (No. 2283, 16-5-13), el Alcalde de La Victoria, Alberto Sánchez Aizcorbe, advierte graves riesgos en el emporio textil de Gamarra, donde hay aproximadamente 20,000 empresas y mas de 70% de las construcciones son informales.  "Nosotros no llegamos a los extremos de Bangladesh pero el haciamiento es fuerte, la informalidad muy grande y los sueldos son bajos", dice el burgomaestre victoriano
Cynthia SanbornDoctora (PhD) y Magíster en Gobierno por la Universidad de Harvard y Bachiller en Ciencia Política por la Universidad de Chicago.
La brújula

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