Wednesday, November 20, 2013

CVX, el alma laica del carisma ignaciano. España


Las Comunidades de Vida Cristiana (CVX) cumplen 450 años de testimonio plural

Cuando hablamos de “los hijos de  san Ignacio de Loyola”, por lo general, asociamos solo a los jesuitas, pero la familia ignaciana es muy grande y plural. Entre sus componentes seglares, se encuentran los integrantes de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX), quienes, desde el pasado 25 de marzo, celebran este curso los 450 años de su existencia. En España, las integran cerca de 900 personas, distribuidas en 37 comunidades, que pronto serán 39, con el ingreso de las de Albacete y Jerez de la Frontera, en la próxima asamblea general, en agosto de 2014.

Alfonso Salgado, presidente de CVX-España, pertenece a la comunidad de Salamanca, que defi ne como “pequeñita, pero representativa de lo que pueden ser nuestras comunidades. Somos 30 personas, organizadas en varios grupos de vida y estamos estrechamente ligados a la Compañía de Jesús y a la diócesis”. 

Entre las señas de identidad de las CVX, está un sentimiento de comunión que impregna la vida familiar de muchos de sus miembros. Así, a través del Proyecto Familia, ven al hogar como uno de los campos a abonar de cara al futuro, tratando de ofrecer propuestas pedagógicas desde el espíritu ignaciano. Algo que, en ocasiones, lleva a articular de un modo compartimentado a los distintos componentes de la familia. Todo según cada caso y partiendo siempre desde el acompañamiento. 

En sintonía con el carisma ignaciano, la historia de cada grupo obedece a un largo y serio camino de formación y discernimiento. Como explica Alfonso, es una vocación personal en la que cada uno ha de decidir “si lo que Dios quiere de él es que camine en el seno de una CVX”. De ahí que sus miembros no sean “clanes familiares”, sino que, “a veces, solo uno 
de la familia pertenece a la comunidad”. 


Algo que, como se da en toda la vida de la Iglesia en Europa, ocurre más al darse el salto generacional: “En ocasiones, los hijos de los miembros del grupo deciden proyectar su compromiso cristiano por una vía diferente a la de sus padres. Es un reflejo más de ese distanciamiento respecto de sus padres. Eso explicaría que el relevo no nazca de las propias familias. Ahora bien, eso lo vivimos como un reto que nos exige buscar la clave para que nuestras propias comunidades puedan crear grupos de gente 
joven en los cuales puedan estar nuestros hijos con independencia de sus padres”. 

Otra de las claves que define la actividad de las CVX es la creación de proyectos que, una vez puestos en marcha, acaban en manos de otros organismos. Un ejemplo es lo sucedido en Salamanca con las Jornadas de Sensibilización Africana. Nacidas en su seno, posteriormente, la Universidad de Salamanca y algunas ONG las han ido haciendo suyas.

Un caso particular ha sido la implicación de la comunidad de Vitoria en el Foro Religioso Popular. Nos lo relatan dos de sus miembros, Marta Barbero y Juantxu Oscoz: 

“El Foro Religioso Popular nace originariamente como proyecto parroquial, desde el contacto de algunos fieles con la Asociación Juan XXIII. Cuando la Iglesia local pone trabas a su celebración en el marco parroquial, nos vemos obligados a constituirnoscomo entidad asociativa y necesitamos el 
respaldo de una comunidad. Aquí entra la CVX, empezando por el grupo de Vitoria,continuando por los de Bilbao, Donosti y Loiola y, finalmente, siendo acogido por toda la CVX-España. La participación en el Foro la vivimos como un compromiso de vida y envío a la misión; en este sentido, 
la misión era apoyar un proyecto que, si era del Espíritu, iría adelante. La próxima edición será la ya duodécima”. 

En Sevilla, su presidenta, Fátima Carazo, comparte el gozo de haber duplicado los miembros de esta comunidad en los dos últimos años: “Hemos pasado de ser 40 a 80. Este aumento se ha debido al trabajo que se viene realizando con grupos universitarios y postuniversitarios en el 
entorno del Centro Pedro Arrupe (impulsado por la Compañía de Jesús y dedicado a la promoción de la fe, la cultura y la justicia) y también por la experiencia Magis, organizada por el conjunto de la familia ignaciana en los días previos a la JMJ de Madrid, en 2011”. 

Entre las nuevas incorporaciones en Sevilla, se experimenta un aumento de personas de entre 35 y 55 años. Sobre ello, Fátima hace una interesante lectura: “No es casualidad que se estén aproximando personas adultas, de largo recorrido en la Iglesia y que buscan un lugar de encuentro donde compartir y, a través de la comunidad, encarnarse más en el mundo que vivimos. La espiritualidad ignaciana es una espiritualidad de lo concreto y de lo sencillo, como los gestos del papa Francisco, que quizás tenga algo que ver en esta historia. Seguiremos trabajando en el mundo de los jóvenes, pero también en la 
frontera de aquellos que buscan, después de una vida ya larga, su lugar en la Iglesia”. 

La comunidad de La Coruña la componen 11 personas, todas ellas de entre 30 y 50 años. Antonio Fraga, uno de sus com-
ponentes, nos ofrece las pinceladas más significativas de la agrupación: “Destacaría la labor de acompañamiento a parejas de novios en el Hogar de Santa María y la colaboración en celebraciones con jóvenes y niños en los tiempos litúrgicos importantes. Desde una opción preferencial por los pobres, también participamos en la acogida de niños del Hogar de Bañobre y en el voluntariado del Centro Fonseca de Orientación Integral a la Familia”. Pero lo que más destaca de su comunidad es “la disponibilidad de todos sus miembros y el haber nacido de la dinámica DEAE (Dis-
cernir, Enviar, Acompañar y Evaluar), que nos permite organizarnos para la misión”.


Discernimiento comunitario


La experiencia de los ejercicios espirituales, explica Alfonso Salgado, aboca a quienes abrazan el carisma ignaciano a “vivir la vida con un sentido de envío y de misión”. Con las herramientas de san Ignacio, cada uno hace su revisión de vida de un modo personal y diario, pero también comunitariamente, de forma periódica. Algo que luego tiene su reflejo en 
la actividad pastoral de las CVX, cuyas acciones, según el carisma de sus miembros, orbitan dentro del ámbito de lo social o lo catequético.

A nivel global, uno de los últimos proyectos de la CVX-España es un programa de formación en el compromiso socio-político. 

Este año, junto con Cristianismo y Justicia, celebraron en Barcelona un curso sobre este tema. Y es que el compromiso con las causas de tipo social está siempre presente en las comunidades laicas ignacianas. Recientemente, se congratulaban por el apoyo en la campaña La hospitalidad no es un delito, en contra de un proyecto legislativo que 
pretendía penalizar la acogida solidaria a los inmigrantes en situación irregular. También se hacen presentes en otras iniciativas de este tipo, como los Círculos de Silencio.

En Sevilla, cuenta Fátima, apoyan la acción social desde la Red: “Desde el curso pasado, trabajamos mucho con un blog y en Facebook. Hemos iniciado un foro de reflexión, Economía al Servicio de la vida, Banco del Tiempo y +, donde vamos compartiendo distintas inquietudes y reflexionando juntos sobre cómo crecer en lo cotidiano, en el consumo solidario y en el modo de aunar recursos”.

Queda claro que, si algo caracteriza a las Comunidades de Vida Cristiana es que se dejan llevar por el soplo del Espíritu. Cada una según sus dones, pero todas con un corazón común.


El origen de una vocación

El origen de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX) se remonta a la creación, en 1563, de las Congregaciones Marianas, de la mano del jesuita Juan de Leunis.

Sería a mediados del siglo XX cuando la Compañía auspició la reconversión de estas Congregaciones Marianas en las actuales CVX. También es de señalar que, del seno de estas Congregaciones Marianas, surgieron otros movimientos apostólicos, como Schoenstatt o la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

La CVX está presente en más de 40 países en el mundo, repartidos en los cinco continentes. Es una organización con representación en la ONU y tiene estatuto consultivo en otras organizaciones, como UNICEF. En su 16ª Asamblea Mundial, que se celebró del 30 de julio al 8 de agosto en Beirut (Líbano), incorporaron a su seno tres nuevas delegaciones: Lituania, Guatemala y Bostwana.

Vida Nueva

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