Sunday, April 06, 2014

Comentario al Evangelio por Javier Leoz: SEÑOR; EL MUNDO ESTÁ ENFERMO



SEÑOR; EL MUNDO ESTÁ ENFERMO

Por Javier Leoz

Cerramos, con el evangelio que relata la tercera catequesis bautismal, esta serie de domingos cuaresmales que nos van a conducir a la Semana Santa. La resurrección de Lázaro refleja la carta final y definitiva de Jesús: es la resurrección y la vida. Despertemos pues nuestra fe y la confirmemos ante estos milagros que nos hacen ver y sentir profundamente el señorío de Cristo. No creemos en los milagros sino en el Señor de los milagros.

1. ¿Qué vivimos e intuimos en el clima de esta celebración cuaresmal? Entre otras cosas que, el poder del Señor, es más fuerte que la muerte y que, por lo tanto, tenemos derecho a creer, soñar y pensar en la eternidad. Es una herencia que el Padre tiene reservada, por pura iniciativa suya, para los que creen y esperan en El.

Como Lázaro, muchos de nosotros y de los hombres contemporáneos, nos encontramos enfermos y a veces en el filo del abismo de la muerte. Son muchas las circunstancias que nos preocupan. Y es que, a través de muchos medios, orales, televisivos o escritos, nos siguen alcanzando las mismas noticias que llegaron a los oídos de Jesús: “tu amigo (el mundo) está enfermo”.

2. El anuncio de la resurrección de Lázaro era pregón adelantado de la definitiva resurrección que, días después, iba a darse en la persona Jesús. Lázaro (por aquello de que las alegrías verdaderas duran poco) moriría después. Por el contrario, Cristo, después de saltar del sepulcro no vuelve a morir y nos deja el camino marcado: desapareceremos pero, por su muerte y resurrección, resucitaremos. Como Marta, y ante la enfermedad severa que padecen muchos hombres con claros síntomas de “incredulidad” nosotros respondemos: “Si, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo que tenía que venir al mundo”:

3.- La muerte ha sido y será un gran enigma para el hombre. La ciencia, como mucho, puede aplazarla e incluso “invernarla” pero nunca podrá convertir al ser humano en un ente eterno. Entre otras cosas porque, si así fuera, perdería el sentido de vivir, las ganas de superación. ¿Por qué y para qué trabajar, despuntarse, llorar o sufrir, reír o cantar, viajar o descansar… si vamos a estar siempre aquí y así en el mundo? ¿No sería un vivir sin vivir?

Jesús con la resurrección de Lázaro nos prepara con expectación a la fiesta de la Pascua. Ya sabemos la línea maestra y fundamental de estas próximas horas: Jesús derrota al gran enemigo de sus amigos, la muerte. ¿Puede hacer algo más por un amigo (por ti y por mí) el Señor?

“Sal de ahí”. Fue el imperativo de Jesús a un Lázaro maniatado por las vendas y fulminado por la muerte. ¿De dónde tenemos que salir nosotros? ¿De qué sepulcros? ¿De qué cavernas que nos impiden vivir con alegría el don de la vida?

4.- TAMBIÉN YO, SEÑOR, QUIERO SALIR

Cuando me digas “sal de ahí”
quiero dejar la fría losa que me inmoviliza
 que me detiene en la oscuridad
 y me recuerda que Tú ya no existes
 que pregona que, la nada o el absurdo,
 serán mis acompañantes para siempre.


TAMBIÉN YO, SEÑOR, QUIERO SALIR
Y, al verte conmovido porque ya no estaré muerto  sino vivo
darte las gracias porque, ante todo, me darás la  vida Señor
Porque, tus promesas, son más fuertes que la misma  muerte
porque tu fama, Señor, desde siempre me ha  impresionado.


 TAMBIÉN YO, SEÑOR, QUIERO SALIR
 Abandonando las vendas de la tiniebla y del llanto
 para, después de resucitar, cantar eternamente tu  gloria
 y con el resto de los que creen y esperan como yo
 enterrar las dudas y las desesperanzas
 sabiendo que Tú, Señor, tienes palabras de vida  eterna


TAMBIÉN YO, SEÑOR, QUIERO SALIR
Pero, mientras no llegue ese momento,
guárdame en tu corazón, amigo y Señor,
no olvides que, mientras estuve y caminé en la  tierra,
pensé en Ti, di gracias por haberte conocido
cerré los ojos al mundo con el sueño de poder  escuchar un día:
¡AMIGO, SAL DE AHÍ!

Haz, Señor, que mientras asoma ese instante de  partir
cuando algunos lloren y otros recen por mí
te siga amando con todo mi corazón, fuerza y afecto
Amén.


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