Tuesday, November 18, 2014

¿Cuánto cuesta una Misa? - (Una enquistada simonía que el Pueblo de Dios debe rechazar) por Jairo del Agua



"Devoran los bienes de las viudas pretextando hacer largas oraciones. Ellos serán juzgados muy severamente" (Mt 12,40).


Ayer, mientras esperaba, oí este diálogo en una Parroquia madrileña:
- ¿Cuánto cuesta ahora una Misa? Es que hace tiempo que no encargo ninguna.
- Han subido a 8 euros -respondió la señora de la portería-.
- ¡Ah, bien! Tengo 100 euros para las ánimas. ¿Para cuántas Misas me llega?
- Para 12 Misas y le sobran 4 euros.
La portera (encargada del libro de intenciones) había tirado de calculadora sin inmutarse lo más mínimo. Estaba haciendo lo correcto: ayudar a aquella viejita a desprenderse de sus euros por una buena causa…
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Confieso que me sentí abochornado, avergonzado, confundido, mientras me preguntaba: ¿Ésta es mi Iglesia? ¿Aquí se venden Misas?
Un cura listillo seguramente me respondería:
- ¡No! ¡Aquí no vendemos nada! No se trata de un pago, sino de un "estipendio".
- ¡Ah, eso es otra cosa! Pues veamos qué significa estipendio según la RAE: "Paga o remuneración que se da a alguien por algún servicio". ¡Vaya, pues sigue siendo un pago!
- ¡No hombre, no, hay más acepciones! El diccionario también dice: "Tasa pecuniaria, fijada por la autoridad eclesiástica, que dan los fieles al sacerdote para que aplique la misa por una determinada intención".
- Entiendo. El estipendio no es un pago, es una tasa. ¿Y qué es una tasa? Volvemos al diccionario y leemos: "Acción y efecto de tasar". Pues tampoco estoy de acuerdo, Sr. Cura. ¿Desde cuándo se pueden "tasar" las cosas sagradas?
- ¡Que no, hombre! ¡Habrá alguna acepción más en el diccionario!
- Sí, aquí dice: Tasa = "Tributo que se impone al disfrute de ciertos servicios o al ejercicio de ciertas actividades". ¡Ahora sí que está claro! Para que el Cura mencione el nombre de mis difuntos en la Misa debo pagar un tributo. ¡Hum! Raro ¿no?.

Mi imaginario cura interlocutor se ha puesto rojo como un tomate y se ha quedado mudo. Pero yo insisto, intentando que mi sentido común encuentre alguna explicación a tal tributo.
- ¿Oiga, Sr. Cura, y el pago de ese tributo es obligatorio o voluntario, moral o inmoral? En mis años de juventud me enseñaron que "la compra o venta deliberada de cosas espirituales, como los sacramentos y sacramentales, o temporales inseparablemente anejas a las espirituales, como las prebendas y beneficios eclesiásticos" constituyen un gravísimo pecado que se llama "simonía", por aquello de que fue Simón el Mago el primero que lo intentó (He 8,18). Y un tributo no deja de ser un pago.
- ¿Sabes que te digo cabezota? ¡Que eres un laico ignorante! Que confundes las cosas y la recta intención de la Iglesia. Que algo parecido ya decía Lutero y mira cómo terminó. Que los curas también necesitamos los bienes materiales para mantenernos. Que se trata de una limosna y no de un tributo. Que…
- ¡No se enfade Sr. Cura! Es muy bueno reflexionar para identificar nuestros errores y rectificar. Además quiero saber la "respuesta oficial" a la pregunta de mi amiga Petri: ¿El"pago" de una Misa me da derecho a exigir que nombren a mi difunto esposo o no?
Y a la de Juanito, el cojo: ¿Entonces yo estaré en el purgatorio "in sécula seculorum" porque no tengo quien "me pague" Misas cuando muera? ¡Hasta después de muertos tienen más suerte los ricos…!
- Pues, pues, pues… ¡Vete a la porra!
Mi imaginado cura -bastante más real de lo que pudiera pensarse- se quedó sin palabras. ¡Ahora resulta que el retorcido soy yo por escandalizarme de un auténtico escándalo!

¡Pues seguiré sin dar un céntimo al solicitar una Misa! Claro que también seguiré rascándome la cuenta bancaria para aportar a la Iglesia lo que me parezca prudente y generoso, sin contraprestaciones de largas oraciones, sin "gregorianas" ni"rezadas". Simplemente porque sí, porque la Iglesia -mi Iglesia- es de este mundo y tiene necesidades materiales que deben ser cubiertas por sus fieles.
¡Pero de ninguna manera aceptaré que se siga escandalizando y practicando lo que es contrario al más mínimo sentido cristiano! ¡No con mi colaboración!
Cosas como ésta son las que necesitan de urgente reforma, de inmediata purificación. Por ahí hay que empezar. ¡Sería tan fácil! Son temas que no afectan al Dogma, ni a la Moral (salvo cuando la contravienen como en este caso) y que suelen estar encubiertos por la rutina, que algunos confunden con tradición.
Cuando hablo de volver al Evangelio, hablo -para "echar a andar" (Jn 5,8)- de extirpar esas adherencias cancerígenas que tenemos enquistadas en los signos y costumbres de nuestra Iglesia.
¡Qué persistencia y tozudez -por ejemplo- la de nuestros prelados en mostrarse con medievales "signos oficiales" de poder y supremacía! O el ejemplo contrario: ¡Qué pronto se han adherido muchos clérigos a mi vulgar corbata laica y han borrado su "presencia" de la sociedad! ¡Y cuánto están tardando todos en desprenderse y desprendernos de las"tradiciones de barro"!
¡Pobres católicos, tan rígidos, exigentes e intolerantes en unas cosas y tan laxos e incongruentes en otras! Nosotros… los mejores, los verdaderos, los elegidos… ¡Cuánto necesitamos entrar en conversión y urgente renovación! "Mea culpa, me culpa, mea máxima culpa"
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P.D.: Cartel que figura en la Parroquia de un sacerdote amigo:


NO ES POSIBLE PAGAR UNA MISA
La Eucaristía es "fuente y cumbre de toda vida cristiana". Es el compendio de nuestra fe, acción de gracias, adoración y alabanza al Padre. Es el banquete del Señor y expresión de la unidad de la Iglesia entera que sigue su mandato: "haced esto en memoria mía". En la santa Misa compartimos el Pan y la Palabra disponiéndonos a seguir el camino del Evangelio.
Y esto no puede comprarse ni venderse.
Por eso, EN ESTA PARROQUIA, no se recibe dinero por la celebración de la santa Misa. Se celebra siempre teniendo presentes las intenciones de quien lo solicite y de todos los fieles.
Quienes reconocen el deber cristiano de colaborar con los gastos parroquiales, entregan su ofrenda en la forma que mejor les convenga.

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