Tuesday, January 13, 2015

Las 10 claves del segundo viaje del Papa a la 'frontera' asiática


La gira papal pone a prueba su salud y la geopolítica vaticana


Llevará la 'Alegría del Evangelio' y dará consuelo a Filipinas, arrasado por los tifones


(José Manuel Vidal).- Es una de las grandes fronteras de la Iglesia. Asia, el continente más poblado del mundo y el más religioso, apenas tiene presencia católica. El Papa Franciscoviaja por segunda vez en su pontificado a esta área de potencial crecimiento para la Iglesia, para llevar reconciliación a Sri Lanka, herida por la guerra, y consuelo a filipinas, el único país católico del continente, herido por los tifones. Y siempre con el telón de bambú chino al fondo. Derribarlo es el gran sueño de Jorge Bergoglio. Éstas son las diez claves del viaje papal.
La resistencia papal a prueba
A sus 78 años, Francisco va a emprender su viaje más largo y complicado. Un viaje de más de una semana: del 12 al 19 de enero. Y con enormes distancias. El trayecto Roma-Colombo es de 7.630 kilómetros y durará casi diez horas. De Colombo a Filipinas recorrerá 4. 567 kilómetros en seis horas y cuarto. El viaje de vuelta de Manila a Roma es de 10.397 kilómetros y casi 15 horas de duración. Si al largo viaje, sumamos la multitud de actos que tiene previsto y la entrega absoluta del Papa a los fieles, con los que no regatea esfuerzos, confluyen todos los ingredientes que pueden desgastar las ya de por sí mermadas facultades físicas de un Papa de 78 años.
La alegría del Evangelio, propuesta papal para conquistar Asia
El alma de Asia es profundamente religiosa. Su orientación filosófica esencial no se basa en el principio greco-romano de la contradicción, sino en la síntesis. No es lineal, sino circular y está impregnado por las enseñanzas de las mayores religiones del mundo y las más antiguas: hinduismo, taoísmo, budismo. Un continente con más de dos tercios de la población mundial y con apenas un 2,6% de cristianos. Un alma religiosa asiática que no sucumbe ante la secularización, que arrasa en Occidente y comienza a hacer lo mismo en Latinoamérica y en África. Conquistar este último reducto religioso es el sueño del Papa, que, como buen jesuita, sabe que se trata del gran reto eclesial desde Francisco Javier o Mateo Ricci. Francisco es un admirador de este jesuita (1552-1610) y de su trabajo de evangelización en China dentro del respeto de la cultura local. Tanto que, en su juventud, pidió ir de misionero a Japón, pero sus superiores no se lo concedieron. Para evangelizar Asia, Bergoglio quiere proponer la "alegría del Evangelio" de una Iglesia samaritana. Una conquista por seducción y por la vía humilde de la alegría evangélica.
Una Iglesia hospital de campaña para sanar las heridas asiáticas
Múltiples y profundas heridas que ensangrientan la piel del continente amarillo. Desde las guerras abiertas del Oriente Medio, al terrorismo de Afganistán o Pakistán, pasando por las catástrofes naturales o los dramas de la pobreza y de las inmensas desigualdades. Un marco ideal para la estrategia 'franciscana' de hacer pasar a la Iglesia de instancia de poder, aliada con los opresores, a hospital de campaña al servicio de los más pobres y oprimidos.


Reconciliación para Sri Lanka...
Como máximo líder de esa Iglesia-hospital-de-campaña, el Papa ofrecerá reconciliación en Sri Lanka, donde todavía se oyen los ecos de la larguísima guerra civil, que duró de 1983 a 2009, entre la mayoría cingalesa y la minoría tamil y que dejó más de 100.000 muertos. Además es uno de los países arrasados por el tsunami de 2004, que causó casi 31.000 muertos. En un país de 20 millones de habitantes, donde los católicos son "un pequeño rebaño" de millón y medio de fieles (el 7% de la población) entre la mayoría budista (70, 2%), seguida por los hinduistas (12,6%) y los musulmanes (9,7%). La minoría católica está bien vista en el país, tanto entre la mayoría cingalesa como entre la minoría tamil, con raíces en ambos pueblos desde el siglo XVI, pero con poco crecimiento.
...y sanación para Filipinas
Francisco llevará consuelo a Filipinas, sacudida el año pasado por el tifón Yolanda, que asoló parte del país y dejó una estela de más de 7.000 víctimas mortales. Y consuelo para la inmensa multitud de pobres y marginados del único país asiático mayoritariamente católico con 75 millones de habitantes (80% de la población), que se prepara para festejar los 500 años de su primera evangelización a cargo de los religiosos que acompañaban a Magallanes. Es el tercer país con más católicos del mundo después de Brasil y México. Allí, el Papa mostrará misericordia y compasión a los que sufren por los estragos naturales, pero también a los que sufren por las injusticias estructurales ocasionadas por la pobreza y la corrupción.
Misericordia y compasión con kopinos, japinos y mujeres esclavas sexuales
Consuelo y sanación para los más pobres de los pobres, que pueden ejemplificarse en tres sectores especialmente marginados: los kopinos, los japinos y las esclavas sexuales. Los kopinos son los hijos de jóvenes madres filipinas y turistas coreanos, la mayoría hombres de negocios casados y con familia. En Filipinas crean una segunda familia, a la que al poco tiempo abandonan, dejando a sus segundas esposas y a sus hijos en la más absoluta miseria. Se calcula que hay unos 30.000 kopinos. Muchos más (unos 200.000) son los japinos, hijos abandonados de padres japoneses y jóvenes madres filipinas. Las madres de kopinos y japinos se ven obligados a prostituirse o a emigrar a Japón, para seguir ejerciendo la prostitución en burdeles y bares de copas.
Un viaje tras las huellas de Pablo VI y Juan Pablo II
El mismo trayecto, pero a la inversa (primero Filipinas y, después, Sri Lanka) lo hicieron Pablo VI en 1970 y Juan Pablo II por dos veces, en 1981 y en 1995. Con motivo de la Jornada mundial de la juventud, el Papa Wojtyla congregó más de 4 millones de personas en la misa del Rizal Park de Manila. Francisco quiere seguir la estela de sus dos predecesores. Como él mismo confesaba en el avión de regreso de la Jornada mundial de la Juventud de Rio: "Hay que ir a Asia. El Papa Benedicto no tuvo tiempo de ir a Asia, y es importante hacerlo". O como dijo en su reciente visita a Corea, "Asia es la gran frontera". La última frontera del catolicismo.
La geopolítica vaticana pasa por Asia
Tras los intentos fallidos de Francisco Javier y Mateo Ricci (éste último abortado por la propia jerarquía romana por considerar su evangelización demasiado inculturada), la Iglesia comenzó a mirar de nuevo a Asia a partir del postconcilio. Con viajes de Pablo VI y Juan Pablo II. Y, en general, con fracaso en la penetración del catolicismo. Francisco sigue empeñado en esa misma cruzada de sus predecesores. Con tres objetivos. La Iglesia quiere demostrar, en primer lugar, que Asia no es impenetrable a la fe de Cristo. Que las grandes culturas asiáticas, encabezadas por China e India, son permeables a la fe. En segundo lugar, que el catolicismo ya no se impone, como antaño, a golpe de la espada de los conquistadores y colonizadores, sino que se propone como una cosmovisión de paz y misericordia, que puede dar sentido también a la vida de los asiáticos. Y, en tercer lugar, que Asia es el único continente donde la Iglesia católica puede seguir creciendo. Hegemónica en los demás continentes, taponada por la impenetrabilidad del Islam en el norte de África y en todo el Oriente Medio, para competir en número con el credo musulmán, la Iglesia católica necesita imperiosamente implantarse a fondo en los grandes y poblados países asiáticos. Especialmente, en La India y, sobre todo, en China, que, tras ser barrida por el comunismo ateo, puede buscar salida o bien en la indiferencia religiosa o bien en la trascendencia de un catolicismo inculturado, como el que proponía el jesuita Ricci.
Preocupa la seguridad del Papa
Como en todos sus viajes, Francisco no quiere papamóvil blindado ni cordones de policías y guardaespaldas que lo alejen de la gente. En la retina eclesial, figura todavía el atentado que sufrió Pablo VI, en 1970 en el aeropuerto de Manila, a manos de un perturbado, que lo atacó con un cuchillo. Sri Lanka y, sobre todo Filipinas, extremarán las medidas de seguridad. Hasta 40.000 policías, tropas y reservistas formarán parte de la mayor operación de seguridad del país. "Habrá soldados subiendo y bajando de helicópteros para rescatar al Papa en caso de que fuera acorralado por el mar de gente. Podríamos transportarlo por aire o usar buques navales para llevar al papa a un lugar seguro si fuera necesario", explica el jefe del operativo filipino, general Gregorio Catapang. Una medida preventiva, entre otras muchas. De hecho, cuando Juan Pablo II visitó Manila en 1995, se violaron los perímetros de seguridad y tuvo que ser llevado en helicóptero al lugar de una misa, debido a que su coche no pudo atravesar un mar de unas 5 millones de personas.
El 'jeepney' papal
Sin duda llamará la atención el papamóvil del Papa en Filipinas. Se trata de un vehículo inspirado en el "jeepney", uno de los más tradicionales vehículos locales. Los jeepneys aparecieron originalmente como una adaptación de los jeeps militares usados por Estados Unidos durante la II Guerra Mundial. Alargados, elevados, con un gran parachoques y profusamente decorados con motivos religiosos, estos vehículos se han convertido en la forma más popular de transporte público en Filipinas. El 'jeepney' papal lleva el escudo del Santo Padre en el capó, en el techo y en ambos costados, así como un emblema de la Compañía de Jesús, una estrella de ocho puntas, símbolo de la Virgen María, y un nardo que representa a San José. A cada lado del papamóvil, una cruz de vidrio del artista Ramón Orlina.


RD

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