Thursday, March 26, 2015

Chile: sale de la universidad polémico jesuita por Andrés Beltramo Álvarez desde Ciudad del Vaticano


El cardenal Ricardo Ezzati, gran canciller de la Pontificia Universidad Católica de Chile, aclara los verdaderos motivos de la revocación del permiso para enseñar teología a Jorge Costadoat

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZCIUDAD DEL VATICANO

En años pasados protagonizó no pocas controversias públicas. Algunos de sus artículos provocaron escándalo y fueron duramente criticados. Pero, desde hace unos días, el sacerdote jesuita Jorge Costadoat Carrasco ya no tiene autorización para impartir clases de teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile. El cardenal y gran canciller de esa casa de estudios, Ricardo Ezzati, le revocó el “mandato canónico”. Y aunque el profesor alega que esta decisión nada tiene que ver con problemas doctrinales, la realidad demuestra lo contrario.

Apenas dos días atrás, el 24 de marzo, Costadoat escribió sobre este tema en su blog “Cristo en construcción”. Reveló que el jueves 12 sostuvo una reunión con el arzobispo de Santiago, quien le dio a conocer la revocatoria de su permiso. En ese artículo afirmó que la “única justificación” invocada por Ezzati como motivo de su alejamiento fue una supuesta “tensión” entre la libertad académica de él, como profesor, y la libertad de la facultad de teología para tenerle entre sus catedráticos.

Además el jesuita argumentó que su salida se debió a una “razón más bien pedagógica”. Y apuntó, categórico, sobre el gran canciller: “No me hizo ningún reparo doctrinal”.

Pero la versión del cardenal es diametralmente opuesta. En una nota estableció que la trayectoria académica de Costadoat “registra afirmaciones poco prudentes” que “desdibujan la enseñanza magisterial de la Iglesia en diversos puntos centrales de la misma”. Y agregó que eso ha generado “razones suficientes” para constatar que no ha cumplido con la tarea de permitir a sus alumnos “recibir con toda exactitud la divina revelación de la doctrina católica”.

El religioso insistió que este tema no fue tocado en su encuentro con el arzobispo, pero sabe bien que en esa ocasión le fue explicado –con toda claridad- el motivo verdadero por el cual no le renovó el permiso para enseñar.  

Hace tres años monseñor Ezzati me dio este permiso, en el entendido que yo guardaría fidelidad al magisterio. Esta exigencia, ni antes ni ahora, ha sido para mí un problema”, escribió el jesuita. Y en ese punto tiene razón, pero sólo en la mitad. En su comunicado de estas horas, el cardenal hizo saber que cuando le otorgó la autorización en 2012 “sabía de las dificultades que tenía” Costadoat, pero que lo hizo como “un acto de confianza”.

“Le concedí el mandato canónico por 3 años, bajo el supuesto que su labor se desarrollaría y avanzaría en orden a superar las dificultades enunciadas”, apuntó el purpurado. Aquel acto de confianza fue por partida doble. No sólo por los antecedentes negativos del jesuita, sino también porque antes del 2012 él carecía de “mandato canónico”, no estaba autorizado para enseñar.

Por eso Ezzati, siempre en su nota, explicó: “Transcurrido el tiempo establecido he debido sopesar nuevamente la situación. Luego de evaluar que su actividad teológica no superaba las dificultades señaladas, resolví no renovarle el mandato canónico para enseñar, bajo la certeza de que la docencia del profesor Costadoat, en el actual estado de cosas, dista –por lo ya dicho– de la enseñanza teológica que se espera de una universidad que tiene la característica, y la exigencia, de ser Católica y Pontificia”.

Si bien Costadoat dijo que guardar fidelidad al magisterio de la Iglesia nunca fue un problema para él, públicamente mostró lo contrario. Antes de la asamblea del Sínodo de los Obispos del año pasado, desencadenó una polémica por un artículo en el cual sugirió la abolición de la encíclica “Humanae Vitae”, parte integrante de ese mismo magisterio que él prometió respetar y enseñar. Por otra parte y contrariamente a lo afirmado en su descargo público, el jesuita salió mal evaluado en varios aspectos por sus alumnos. Una situación extrañamente omitida por los directivos de la facultad cuando solicitaron su permanencia como parte del cuerpo docente.

Para el arzobispo de Santiago, la teología en la universidad Pontificia y Católica tiene un “rol central”, porque es allí donde “se forman los futuros consagrados” y porque ella “desarrolla una tarea fundamental al servicio de toda la comunidad académica”.

Por eso, en su nota estableció: “Como lo he expresado, respeto que el profesor ejerza su libertad como teólogo e investigador, pero no sólo es mi derecho, sino también mi deber, en el ejercicio de la libertad que me corresponde como gran canciller –de acuerdo a los estatutos–, tutelar que en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y particularmente en su Facultad de Teología, y desde ella, se enseñe la auténtica doctrina de la Iglesia y que los alumnos que allí se forman lo perciban con total claridad y sin confusiones”.

Vatican Insider

Andrés Beltramo Álvarezperiodista y corresponsal extranjero. Categoría 1979. Nací en Argentina, me formé profesionalmente en México y ahora vivo en Italia. Amo contar historias –no tanto como amo a la mujer de mi vida, Lali- desde los 16 años cuando tomé por primera vez un micrófono. Actualmente, como corresponsal acreditado en Roma, cubro las actividades del Vaticano en la era del primer Papa argentino, cuyo impacto se mueve entre lo local y lo global… lo sacro y lo profano.

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