Saturday, July 30, 2016

«¿Dónde está Dios cuando inocentes mueren por la violencia, el terrorismo, las guerras?»



El Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud con Papa Francisco: «quiere hacer de ustedes una respuesta concreta a las necesidades y sufrimientos de la humanidad». El abrazo con los jóvenes sirios presentes

ENVIADO A CRACOVIA
«¿Dónde está Dios?. ¿Dónde está Dios, si en el mundo existe el mal, si hay 
gente que pasa hambre o sed, que no tienen hogar, que huyen, que 
buscan refugio? ¿Dónde está Dios cuando las personas inocentes mueren 
a causa de la violencia, el terrorismo, las guerras? ¿Dónde está Dios, 
cuando enfermedades terribles rompen los lazos de la vida y el afecto? 
¿O cuando los niños son explotados, humillados, y también sufren 
graves patologías?». La meditación de Papa Francisco al final del Vía Crucis 
en la explanada del parque Blonia comienza con una serie de preguntas 
«para las cuales no hay respuesta humana». 

Bergoglio se reunió con los jóvenes que lo esperaban desde tres horas 
antes, escuchando testimonios, viendo películas, entre cantos y oraciones. 
El Vía Crucis – Vía de la Misericordia prevé la proyección de videos en vivo 
desde otras partes del mundo. En cada estación la cruz es llevada por un 
grupo diferente de jóvenes que pertenecen a diferentes asociaciones del 
mundo. 

En su intervención, Papa Francisco, después de un día en contacto con la 
memoria dolorosa del pasado y con los sufrimientos de los más pequeños, 
explicó que ante la falta de respuesta para el dolor inocente «sólo podemos 
mirar a Jesús, y preguntarle a él. Y la respuesta de Jesús es esta: “Dios 
está en ellos”, Jesús está en ellos, sufre en ellos, profundamente identificado 
con cada uno». 

Es Jesús mismo quien «eligió identificarse con estos hermanos y hermanas 
que sufren por el dolor y la angustia, aceptando recorrer la vía dolorosa que 
lleva al calvario». 

«Abrazando el madero de la cruz –dijo Francisco–, Jesús abrazó la desnudez 
y el hambre, la sed y la soledad, el dolor y la muerte de los hombres y 
mujeres de todos los tiempos. En esta tarde, Jesús —y nosotros con él— 
abraza con especial amor a nuestros hermanos sirios, que huyeron de la 
guerra. Los saludamos y acogemos con amor fraternal y simpatía». 

El Papa después recordó las 14 obras de misericordia: dar de comer 
a los hambrientos, dar de beber al sediento; vestir al desnudo; acoger al 
forastero; asistir al enfermo; visitar a los presos; enterrar a los muertos; 
dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que 
yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia 
a las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. 

«Estamos llamados a servir a Jesús crucificado en toda persona marginada, 
a tocar su carne bendita en quien está excluido, tiene hambre o sed, está 
desnudo, preso, enfermo, desempleado, perseguido, refugiado, emigrante. 
Allí encontramos a nuestro Dios, allí tocamos al Señor. Jesús mismo nos 
lo ha dicho, explicando el “protocolo” por el cual seremos juzgados: cada 
vez que hagamos esto con el más pequeño de nuestros hermanos, lo hacemos 
con él». «La credibilidad de los cristianos depende del modo en que 
acogemos a los marginados que están heridos en el cuerpo y al pecador 
herido en el alma. La credibilidad de los cristianos -insistió el Papa- depende 
del modo en que acogemos a los marginados que están heridos en el cuerpo 
y al pecador herido en el alma. No en las ideas: ahí». 

«La vía de la Cruz no es sadomasoquista, la vía de la Cruz, es la única que 
derrota el pecado, el mal, la muerte», es la «vía de la esperanza, y yo quisiera 
que ustedes fueran sembradores de esperanza», invitó el Papa a los jóvenes». 

Hoy, afirmó Francisco, «necesita hombres y mujeres, y en especial jóvenes 
como vosotros, que no quieran vivir sus vidas “a medias”, jóvenes 
dispuestos a entregar sus vidas para servir generosamente a los hermanos 
más pobres y débiles». Recorriendo la vía de la cruz, del compromiso 
personal y «del sacrificio de ustedes mismos». 

«Queridos jóvenes –concluyó Bergoglio–, en aquel Viernes Santo 
muchos discípulos regresaron a sus casas tristes, otros prefirieron ir al campo 
para olvidar la cruz. Me pregunto: ¿Cómo desean regresar esta noche a sus 
casas, a sus alojamientos? ¿Cómo desean volver esta noche a encontrarse con 
sus mismos? El mundo nos mira, corresponde a cada uno de ustedes 
responder al desafío de esta pregunta». 

Vatican Insider

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