Saturday, December 30, 2017

Anuncios y valores por José María Rodríguez Olaizola sj




De un tiempo a esta parte, resulta que los mejores exponentes de mensajes con valores son algunas campañas publicitarias, especialmente en Navidad. La de Campofrío ya es un clásico. La Lotería juega, desde hace años, también con vincular premios y actitudes ¿quién no se enterneció en 2014 con la historia de Antonio y Manuel y ese décimo regalado a un hombre cuando ya había sido premiado? Y aquí tenemos este de Plátano de Canarias, donde los plátanos son un ingrediente más en una historia que conjuga ternura, imaginación y afecto. Una historia que habla de la soledad de los niños en hogares donde los adultos están obsesionados o atrapados por el trabajo. Con la labor de abuelos que son casi suplentes de las figuras paternas. Pero también habla de la muerte. Y de los sueños. Y de la posibilidad de enderezar el camino. Y la invitación a soñar.Y dentro de esa historia, real, otro mensaje poderoso: El del poder de la imaginación para convertir cada escenario en único. 
Tres reflexiones se me ocurren al hilo de este anuncio.
Uno, que creo que merece la pena dedicarle seis minutos y dejarse envolver por esta historia, que no por ser un poco sensiblera y publicitaria deja de ser bonita y sugerente.
Dos, inquieta un poco darse cuenta de que los valores "venden" y pensar que, a este paso, se van a convertir en un reclamo hiperpopular para vender y comprar embutidos, plátanos, lavavajillas, vídeo-consolas, ropa o perfumes... 
Tres. Creo que hay una reflexión que es necesaria para quienes tratamos de compartir el evangelio. No debemos reducir nuestro mensaje a valores, por más que los valores sean necesarios e importantes en nuestra sociedad. No debemos porque hoy en día necesitamos mostrar una diferencia. Y no se trata de pensarnos mejores o peores. Pero sí mostrar que hay algo que es distinto en la manera o en el motivo por el que vivimos esas actitudes. Nuestros valores echan raíz en una manera de creer y de entender a Dios. Y por eso mismo tienen acentos y rasgos únicos. El amor tiene vocación de eternidad. La compasión nace de saber que el otro es mi hermano. El perdón es posible porque Dios es misericordia. La paz es bienaventuranza. Y es que, desde la fe, los valores son reflejo que nos permite intuir a Dios. 
José Mar´pia Rodríguez Olaizola sj
pastoralsj

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