Friday, January 05, 2018

HIJOS E HIJAS DE UN PEREGRINO. HACIA UNA TEOLOGÍA DE LAS MIGRACIONES por ALBERTO ARES SJ


El contexto de la realidad migratoria y de refugio a nivel mundial, en tanto que “signo de los tiempos”, no puede quedar al margen de la reflexión teológica. Surge desde esta necesidad la Teología de las migraciones, una disciplina nueva que enraíza con la tradición bíblica y el magisterio. Es a partir de esta mirada profunda que el autor del cuaderno nos plantea las cinco encrucijadas más importantes para el momento actual: la de la identidad, la de la dignidad, la de la justicia, la de la hospitalidad y la de la integralidad.
Alberto Ares es jesuita y especialista en el campo de las migraciones. Natural de Veguellina de Órbigo (León), ha tenido la suerte de dedicar parte de su vida en el acompañamiento de comunidades migrantes en diversas partes del mundo. Ha sido también director de Red Incola en Valladolid y Pueblos Unidos en Madrid. Actualmente es el delegado del Sector Social de los jesuitas de España e investigador asociado en el Instituto de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid.
Se puede descargar su cuaderno aquí.
Cristianisme i Justicia
ORACIÓN EN MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS DE LAS MIGRACIONES
Dios de Misericordia,
te pedimos por todos los hombres, mujeres y niños
que han muerto después de haber dejado su tierra,
buscando una vida mejor.
Aunque muchas de sus tumbas no tienen nombre,
para ti cada uno es conocido, amado y predilecto.
Que jamás los olvidemos,
sino que honremos su sacrificio con obras más que con palabras.

Te confiamos a quienes han realizado este viaje,
afrontando el miedo, la incertidumbre y la humillación,
para alcanzar un lugar de seguridad y de esperanza.
Así como tú no abandonaste a tu Hijo
cuando José y María lo llevaron a un lugar seguro,
muéstrate cercano a estos hijos tuyos
a través de nuestra ternura y protección.
Haz que, con nuestra atención hacia ellos,
promovamos un mundo en el que nadie se vea forzado a dejar su propia casa
y todos puedan vivir en libertad, dignidad y paz. 
Dios de misericordia y Padre de todos,
despiértanos del sopor de la indiferencia,
abre nuestros ojos a sus sufrimientos
y líbranos de la insensibilidad, fruto del bienestar mundano
y del encerrarnos en nosotros mismos.
Ilumina a todos, a las naciones, comunidades y a cada uno de nosotros,
para que reconozcamos como nuestros hermanos y hermanas
a quienes llegan a nuestras costas.
Ayúdanos a compartir con ellos las bendiciones
que hemos recibido de tus manos y a reconocer que juntos,
como una única familia humana,
somos todos emigrantes, viajeros de esperanza hacia ti,
que eres nuestra verdadera casa,
allí donde toda lágrima será enjugada,
donde estaremos en la paz y seguros en tu abrazo
Papa Francisco
Lisboa, abril de 2016

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